Segundo encuentro del Seminario sobre Derecho y Políticas para la lucha contra el hambre

El pasado viernes 14 de abril se llevó a cabo en UNL el segundo encuentro
enmarcado en el Seminario de lecturas sobre Derecho y políticas para la lucha contra el
hambre coordinado por Eugenia Carnevale y organizado por la Secretaría de Investigación
y Transferencia (FCJS/UNL), CAID “La protección del Derecho humano a la alimentación.
Un análisis de la regulación de la seguridad alimentaria en Argentina” (FCJS/UNL) y el
Equipo de Investigación socio-eco-jurídica (UCSF). En el mismo Selena Almirón expuso sobre el artículo
“Los pobres están invitados a la mesa. Debates y proyectos transnacionales de
alimentación popular en América del Sur, 1930-1950” de Juan Carlos Yañez Andrade.
El artículo busca analizar los debates en torno a la alimentación popular entre los
años 1830 y 1950 en América del sur, tomando para esto las experiencias de diferentes
comedores o restaurantes populares que fueron desarrollados en Argentina, Uruguay, Perú
y Chile en estos años. Se propone en particular presentar las diferentes acciones y
programas de intervención que llevaron a cabo las autoridades de estos países para
enfrentar los problemas de desnutrición. Se organiza para esto en tres secciones: en primer
lugar se abordan los efectos generales que tuvo la Gran Depresión en el continente
americano, en segundo lugar se analizan las principales resoluciones que se aprobaron en
las distintas instancias panamericanas desde la década 1920 sobre la alimentación popular
y, por último, se presentan los distintos programas gubernamentales que se dieron para
enfrentar el fenómeno de la desnutrición en estos países, destacando la implementación de
restaurantes populares.


En cuanto al primer punto, el autor destaca los problemas de alimentación que se
comenzaron a hacer visibles durante la década de 1930 no se explican sólo por los efectos
que tuvieron tanto para el comercio internacional como para las economías nacionales la
crisis de 1929 y la Gran Depresión, sino que también se explican debido a que fue la
primera vez que el fenómeno de la alimentación fue comprendido en una dimensión
multifactorial en donde no pudo ser reducido de manera estricta a lo nutricional. Las crisis
significaron para los países latinoamericanos una imposibilidad para poder cumplir con los
programas gubernamentales, especialmente con aquellos de materia social. Es por esto
que la alimentación tuvo un papel clave en los debates sobre la recuperación económica ya
que los diagnósticos sobre la Gran Depresión comenzaron a incorporar la problemática de
la productividad de la fuerza de trabajo como factor para tomar en cuenta para la misma. Se
llegaba entonces a la conclusión de que el desgaste de las fuerzas de la nación se daban
en consecuencia de la mala alimentación y los problemas nacionales. El autor hace
referencia a Ramón Carrillo, ministro de Salud del gobierno de Juan Domingo Peron quien
manifestaba en 1949 la importancia que tenían los alimentos para regenerar los órganos y
permitir su funcionamiento, transformando entonces a la mala alimentación del individuo en
un problema colectivo.
En relación al segundo punto sobre los debates panamericanos en torno a la
alimentación, el autor afirma que es en 1902 que el problema de la alimentación se
transformó en un dominio de acción en el ámbito continental debido a la creación de la
Oficina Sanitaria Panamericana. La misma se interesó en el aspecto preventivo de la
alimentación y como vía de mejoramiento de los indicadores sanitarios de la población. En
1929 el Consejo Directivo de la OSP señaló la importancia de incluir la alimentación en un
plan coordinado de acción sanitaria entre los países. Yañez Andrade pone énfasis en el
debate panamericano que se dio en las distintas instancias de reunión continental, debido a
que estos encuentros ayudaban a compartir experiencias, estandarizar acciones en torno a
la alimentación y conocer el real estado de la producción, la distribución y el consumo de
alimentos. Durante estos años se llevaron a cabo distintas conferencias en el ámbito

panamericano que tuvieron como objeto recomendar la creación de institutos encargados
de establecer la composición y el valor nutritivo de los alimentos, promover normas
higiénicas de manipulación de alimentos, proponer que cada país fijara el costo medio de
una ración diaria de 3000 calorías y un salario mínimo acorde a dicha ración, recomendar
que los países realizaran estudios sobre el estado nutricional de la población y el valor
nutritivo de los productos que más se consumen, entre otras cosas.
Hubo en específico una reunión importante que se dio en el marco de la Tercera
Conferencia Internacional de la Alimentación en 1939, a la cual asistieron la mayoría de los
países del continente americano además de instituciones como la OIT, la OSP y la
Sociedad Internacional de Higiene de París. En esta reunión se habló la dificultad de acceso
a los alimentos protectores e incluso a una ingesta calórica mínima, señalando que no todo
era responsabilidad de los salarios bajos sino también de los problemas de consumo
relacionados con factores culturales, como la ignorancia en el valor nutricional de los
alimentos o lo extendidos que estaban el alcoholismo y el juego. Se concluye con la
necesidad de formar técnicos que complementen la tarea de los médicos, levantar
encuestas periódicas para conocer el estado real de la nutrición y avanzar con el
mejoramiento progresivo de los salarios, la promoción de la educación alimentaria y la
colaboración entre los Estados.
En cuanto al último punto, el cual refiere a las propuestas que se dan más allá de las
fronteras nacionales en cuanto a la alimentación popular, se destaca que los países de
América del Sur comparten la temprana institucionalización que tuvieron los programas de
alimentación popular, creándose para esto organismos públicos responsables de coordinar
las acciones en la materia. En cada uno de los países anteriormente nombrados, la creación
de restaurantes populares se transformó en el programa más representativo de la política
de alimentación de los gobiernos y municipios, evocando la labor de los gobiernos
realizados en momentos de crisis. Por esto también los gobiernos, durante la Gran
Depresión, vieron en los restaurantes populares una propaganda excelente de la política
social que les interesaba llevar a cabo. Se puede decir entonces que el objetivo central que
compartían todos estos restaurantes populares era ofrecer comida nutritiva y a bajo costo,
junto con el objetivo de ser escuelas de educación alimentaria.

Texto: Camila Nardone



Investigación Ecojurídica