Cuando tenemos algo importante que hacer, como es tomar una decisión y estamos muy apurados -situación que en la vida moderna suele pasar muchas veces- es bueno decir “voy a frenar un poco, voy a pensarlo”; tomarse una pausa, antes de actuar, para ver mejor qué es lo que tengo que hacer y no equivocarme.
Estos días de la Semana Santa, son una pausa que el Señor nos regala todos los años.
A nosotros, creyentes, para darnos tiempo de ponernos delante del Señor Jesús, delante de su pasión y de su resurrección. Cada uno, según las circunstancias que le está tocando vivir, puede elegir el momento, lo que le diga más a su corazón: la Cena, la traición, el Huerto, los ultrajes, la Cruz, la soledad, la presencia de la Madre, el Hijo muerto en brazos de su Madre, el sepulcro vacío, la piedra rota, etc. Tiempo para ponernos “junto a Él”, delante de su palabra y de sus gestos.
Tiempo sagrado para detenernos también, como seguidores de Jesús que somos, frente al hermano herido, como lo hizo el buen samaritano.
Estos días son, entonces, una pausa para tomar conciencia de la presencia del Señor, y para “tocar” la carne del hermano necesitado.
Y para quienes no creen, pero tienen buena voluntad, es un momento para estar delante de su propia conciencia y preguntarse cómo está viviendo, que situaciones lo cuestionan e interrogan, qué es lo que podemos hacer para que no falte la necesaria bondad en nuestros distintos contextos.
No estamos viviendo tiempos fáciles, hay que tomar decisiones, y al elegir los caminos que tenemos que seguir no podemos equivocarnos.
Les deseo que pueden aprovechar “estos días de pausa”. Que aprendamos a desacelerarnos para estar en presencia de Dios, de los demás, y de nuestra propia vida, para ver las cosas con nueva intensidad, y con nueva energía seguir caminando, seguir luchando, seguir creyendo.
¡Muy feliz Pascua de Resurrección!
+Mons. Sergio Alfredo Fenoy
Santa Fe de la Vera Cruz, marzo de 2024