Salud y bienestar psicológico: una mirada desde la Logoterapia

Cecilia Saint Girons*  

Hablar de bienestar psicológico (BP) significa pensar, no solo en el bienestar, sino también en el “bien ser” de las personas. Comúnmente, se disocia la salud física de la salud mental, sin embargo, en la realidad van unidas y son indisolubles. Solemos creer que estamos bien cuando nuestro organismo hace silencio: no nos duele nada, todo funciona correctamente. Pero, ¿cuándo decimos que está bien nuestra mente? Las respuestas más habituales refieren a permanecer tranquilos, sin preocupaciones, satisfechos con la vida que llevamos, rodeados de seres queridos, realizando actividades interesantes y con nuestras necesidades básicas cubiertas. Pero la realidad es que muchas veces encontramos personas que podrían reunir todas estas cualidades y, sin embargo, no encuentran bienestar ni paz mental. O, por el contrario, personas que carecen de seguridad o viven condiciones adversas, pero conservan la calma y muestran cierto equilibrio emocional.  

La psicología se asocia generalmente con la patología o con los trastornos mentales, es decir con la psicología clínica, y solo con un aspecto de ella: la atención de pacientes. Pero ésta incluye también el trabajo preventivo y de promoción de la salud. También es necesario recordar que la psicología posee otras ramas, como la psicología educacional, social, laboral y forense. En estos ámbitos el enfoque se da sobre la personalidad “sana”, ya sea explotando su capacidad de aprendizaje, su socialización, su desempeño profesional o cuestiones vinculares familiares, por ejemplo. Vale decir, que la Psicología se ocupa del estudio del “alma” del ser humano, de todo el ser humano (alma y cuerpo) y de todas las personas. En este sentido la Logoterapia ofrece un enfoque integrativo y existencial.  

Integrativo porque incluye todas las dimensiones del ser humano: biológica, psicológica, social y espiritual. Pero, además, porque integra los aportes científicos de otros campos, como la medicina, la antropología, la política, la sociología, etc; y de otras escuelas psicológicas como por ejemplo, la perspectiva cognitiva-conductual, sistémica, psicoanalítica, humanística, vincular, etc. Representa, de este modo, un eclecticismo crítico, valiéndose de un fuerte fundamento antropológico para, desde allí, incluir conceptos y técnicas provenientes de otros enfoques.  

Nos dice Elizabeth Lukas (1) en un libro recientemente traducido al español que “Viktor Frankl nació en 1905. Siendo aún un joven médico inició sus investigaciones con dos preguntas que le habían interesado mucho como psiquiatra novato. La primera pregunta era: «¿Qué hace hombre al hombre?  

¿Hay algo específicamente humano?». Y la segunda: «¿Qué mantiene anímicamente sano al ser humano?», es decir, «¿qué le permite recuperar la salud en caso de enfermedad?». La segunda pregunta era particularmente innovadora para la época de Frankl, pues todos los corifeos de la psiquiatría de aquel entonces indagaban exclusivamente sobre las causas de una enfermedad y no sobre las causas de una sanación”. (p. 15 y 16)  

La novedad que introduce Frankl con respecto a la primera pregunta es la consideración de la dimensión espiritual como lo específicamente humano. Decíamos más arriba que la Logoterapia es un enfoque existencial, y es por esta concepción antropológica, que considera el “libre albedrío y la responsabilidad, el sentido ético y artístico, la búsqueda de sentido… como fenómenos que sobrepasan el horizonte animal, así como también -en la visión moderna- el horizonte de la inteligencia artificial de computadoras y robots” (p. 16).  

La segunda pregunta implica un acentuar la preocupación por la salud o los factores protectores, y refiere a un modelo salugénico o de resiliencia, que apunta a indagar las causas de la salud y los pilares que mantienen al ser humano en pie ante las adversidades.  

Veamos, entonces, desde la perspectiva de Viktor Frankl, cómo podemos pensar la salud y el BP. En una fórmula simple, el psicoanálisis definió la salud como la capacidad de “amar y trabajar”. Frankl ampliará esta perspectiva postulando que salud es la capacidad de encontrar sentido en el amor, sentido en el trabajo y sentido en el sufrimiento. La cuestión del sentido es crucial en la Logoterapia, ya incluida esta idea en la etimología del término: logos sentido, terapia curación. Es decir, mejoramos significativamente cuando encontramos un para qué en la vida.  

El Dr. Gerónimo Acevedo (2) nos dice que “la salud es el desarrollo del ser en su esencia y sentido”. (p. 53) 

Muchas veces conversamos acerca de esta definición y dimos un giro cambiando la idea de esencia, como algo estático y definitivo, por el concepto de potencia (3), como algo dinámico y en permeable construcción. Una persona está saludable cuando puede realizar sus posibilidades, cuando actualiza sus potencias. 

Una prueba para evaluar el bienestar de alguien es preguntarle cómo se lleva con su soledad y con sus vínculos. Creo que la capacidad de estar a solas con uno mismo y disfrutar la propia compañía es síntoma de bienestar. Por el contrario, no tolerar el silencio o no saber hacer silencio (silenciar pensamientos) genera mucho malestar. Quienes pueden establecer, mantener e incluso terminar vínculos sociales también muestran su bienestar. Lo cual implica, a su vez, la capacidad de hacer con otros y para otros, cooperar, ser solidarios, dialogar, etc. 

Podemos decir que una persona está bien cuando se acepta a sí misma, cuando establece vínculos satisfactorios consigo misma y con los otros, cuando puede monitorear y regular sus emociones, cuando tiene proyectos que realizar, cuando es capaz de sortear la adversidad y salir fortalecido. La Logoterapia nos propone el paso de la homeostasis a la noodinámica, lo dice de este modo Frankl (4): “…en el experimentum crucis de los campos de prisioneros y de los campos de concentración se ha demostrado que no hay casi nada en el mundo que haga al hombre capaz de sobrevivir a todas estas «situaciones límite» (Karl Jaspers) como el saber que uno tiene una tarea en la vida.” (p. 217 y 218)  

Es nuestra responsabilidad asumir esa tarea única y singular y, de manera activa, sostener el cuidado de la propia salud. 

La aceptación de sí requiere autoconocimiento. Para ello la Logoterapia rescata una capacidad específicamente humana como es el autodistanciamiento, entendido como la posibilidad de distanciarse de uno mismo y verse en perspectiva, objetivarse. Este movimiento de salida nos permite tomar conciencia de lo que somos y lo que tenemos, lo que hacemos y lo que podemos, las opciones que se nos presentan en el mundo para elegir dentro de ellas la mejor, para desplegar la versión que más nos humanice.  

* Psicóloga clínica con especialidad en Logoterapia (UNR). Directora de la Diplomatura en Logoterapia y Análisis Existencial (UCSF – Centro de Análisis Existencial “Viktor Frankl”). Especialista en psicología vincular de familias, niños y adolescentes por el Instituto Universitario del Hospital Italiano. Directora de la Fundación Argentina de Logoterapia Viktor Frankl y profesora en Asociación Española de Logoterapia AESLO de Madrid. 

NOTAS 

(1) Lukas, E. & Schonfeld, H. (2022) Psicoterapia con dignidad. Logoterapia aplicada. Barcelona: Plataforma editorial. 

(2) Acevedo, G. (1996) El modo humano de enfermar. Buenos Aires: Edición de la Fundación Argentina de Logoterapia Viktor Frankl 

(3) Acevedo, G., Etchebehere, P. & Saint Girons, C. (2016) Ser siendo, tres miradas desde la Logoterapia. Rosario: Edición del Centro de Análisis Existencial Viktor Frankl. 

(4) Frankl, V. (2014) La Psicoterapia en la práctica clínica. Una introducción casuística para médicos. Barcelona: Herder. 



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