Hoy 15 de marzo recordamos un nuevo aniversario de la partida del Padre Leonardo Castellani, cuyo nombre lleva nuestra biblioteca de la Sede Reconquista.
Nacido en Reconquista, fue un sacerdote católico, escritor y periodista, autor de ensayos religiosos, filosóficos y sociopolíticos, así como de novelas, cuentos y poesía.
“Es la mente más brillante que dio la Argentina en el siglo XX”, supo decir Jorge Luis Borges.
Recibió su educación teológica en Roma y París durante la década de 1930.
Había egresado de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma con las más altas notas obteniendo el Título de “Doctor Sacro Universal” en Teología y Filosofía, lo que lo habilitaba a escribir con notas propias sobre las Sagradas Escrituras.
Enfrentó desafíos dentro de la Iglesia. Sus opiniones críticas sobre el estado de la Compañía de Jesús y la Iglesia Católica en general, combinadas con su llamado a volver a la tradición, llevaron a su expulsión de la orden jesuita en 1949. Pasó las dos décadas siguientes consagrándose a escribir artículos religiosos y literarios. En 1966 se le restituyó el ministerio sacerdotal.
Los escritos de Castellani son un testimonio de su profunda fe, rigor intelectual y compromiso inquebrantable con la tradición católica. Aunque sus puntos de vista no siempre fueron aceptados durante su vida, ofrecen ideas profundas que siguen siendo relevantes para quienes buscan comprender los desafíos y oportunidades que enfrenta la Iglesia en el mundo moderno.
El Padre Leonardo Castellani, un dedicado siervo de Dios y un pensador visionario, dejó un legado duradero que continúa inspirando y provocando reflexiones en la actualidad.
Sus restos descansan en el Panteón de la Ciudad del Cementerio Municipal de Reconquista desde el año 2004.
Desde la Sede San Jerónimo de la Universidad Católica de Santa Fe, honramos su vida y obra todo los dias, a través de nuestra Biblioteca que lleva su nombre.
Para recordarlo, compartimos un poema de su autoría:
¿Dónde está Dios?
“-Por ái’ “
¿Dónde está Dios? Por ái. Está en los justos
y está en los pecadores
en los templos vetustos
y en la efímera pompa de unas flores.
Para que no lo adores
semanalmente sólo, a plazos justos
está en la noche insomne de disgustos
y en la aurora de férvidos colores.
Escondido en el fondo de tu fuerte
paciencia o tozudez y en esa frágil
tenue esperanza de vencer la muerte
y en esa atada inteligencia ágil
reina cautiva que conoce cierto
que hay una puerta y -no sé dónde- un Puerto.