Nueva edición de la Diplomatura en Educación Musical Inclusiva 

La Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Católica de Santa Fe ofrece a docentes del ámbito formal y no formal la Diplomatura en Educación Musical Inclusiva, brindando la posibilidad de capacitarse en un mejor manejo de la inclusión de personas con discapacidad dentro del aula.  

La Diplomatura se plantea fortalecer un aspecto específico de la formación docente que tiene que ver con la inclusión en la diversidad. Qué actitudes, qué herramientas, qué acciones se pueden tomar frente a la diversidad de infancias y de adultos con que se cuenta en los espacios educativos de arte, en este caso musical. La propuesta está destinada a las personas que estén en ejercicio de la docencia de Educación Musical en sistemas formales y no formales de educación.  

Las inscripciones están abiertas, para esta edición que dará inicio el 6 de mayo, con un cursado quincenal e híbrido: los viernes será virtual, y los sábados se dictará presencial en la UCSF sede Virgen de Guadalupe.  

El contenido está diagramado con foco en los fundamentos de la educación especial, tanto desde el conocimiento del marco político legal que sostiene, exige y promueve las prácticas inclusivas en educación, como desde el abordaje integral de la persona que presenta una discapacidad, para estar en condiciones de reconocer las capacidades diversas que pueden tener o que pueden desarrollar.  

Otro punto clave que se aborda es el didáctico-disciplinar aplicado a los diferentes tipos de discapacidad, y reconociendo sus especificidades. La formación de la diplomatura busca entablar un diálogo con la realidad práctica que cada docente atraviesa, por lo que el trabajo final consiste en una propuesta concreta de intervención, que incorpore lo aprehendido durante este trayecto. 

La profesora Adriana Quaglia, coordinadora de la Diplomatura, explica cuál es el escenario: “Lo que sucede hoy en el ámbito educativo es que la discapacidad está muy en boga, pero en realidad no se hace foco, no hay una profundidad en la enseñanza de cómo abordar el momento en el que el docente se encuentra con estudiantes que son diferentes a los que esperamos encontrar, o a los que comentan los tradicionales libros de pedagogía”.  

“La intención es justamente generar un espacio de formación y de intercambio, de compartir experiencias o vivencias que tuvimos y no supimos qué hacer. Es un espacio de autoevaluación, de autotransformación, pero no en soledad sino dentro de un colectivo de docentes en el que nos acompañamos, porque muchas veces estamos solos ante estos desafíos. Buscamos ofrecer herramientas para poder trabajar con estas diversidades, para realmente incluir y evitar errores, para que cualquier infancia habite lo más feliz, y lo mejor posible”, detalló Quaglia. 

Y añadió: “En la discapacidad se habla de barreras, y un tema que incomoda mucho son aquellas actitudes que tenemos inocentemente, inconscientemente, o por desconocimiento, que crean barreras actitudinales que impiden el acceso a nuestras prácticas, a nuestros espacios. Que la Diplomatura tome al docente como protagonista apunta justamente a quitar esas barreras físicas, actitudinales, emocionales que a veces genera el mismo docente. Nuestras formaciones de base no nos dan esta especificidad, pero ya es momento de empezar a incorporarlas”. 

La Lic. Adriana Quaglia, Coordinadora de la Diplomatura en Educación Musical Inclusiva

El segundo año de rodaje 

Es la segunda edición de una Diplomatura que se estrenó con una modalidad híbrida, en pleno 2021, y que superó las expectativas de todos. Los cupos son limitados, ya que se busca generar un clima de confianza, donde todos los participantes puedan escucharse, atenderse, e intercambiar miradas. La profesora a cargo comparte con gran naturalidad que “la primera cohorte siguió avanzando, nadie quiso salir del grupo de WhatsApp, sentimos la necesidad de tener una formación y una consulta continua, desde el acompañamiento en ciertas prácticas”.  

La inclusión como paradigma, y las políticas de inclusión socioeducativa, han ganado centralidad en las últimas décadas, pero al mismo tiempo que constituye una demanda cada vez más fuerte en la sociedad es tanto o más evidente que los agentes de educación no cuentan con formación adecuada y en muchos casos tampoco ahondan en una mirada abierta a la atención de las diversidades. 

Así, la diplomatura aborda las discapacidades que nombra la ley y que comportan cierta especificidad. “Una discapacidad sensorial no requiere lo mismo que una discapacidad cognitiva. Queríamos contar con profesionales que nos pudieran salvar ciertas dudas específicas, que podemos encontrarnos en espacios educativos”, declaró la coordinadora.  

Es una formación que ahora se está empezando a incluir, pero que por muchos años no se recibió en los profesorados. “Este era el punto crucial de la Diplomatura, que los profesores y profesoras que ya están dando clases, o dictando talleres, puedan acceder a esta formación para ampliar la mirada hacia la diversidad de estudiantes que están en el aula, que siempre existieron”, remarcó Quaglia. 

En base a ello, el cuerpo docente está integrado por especialistas en distintas áreas, a saber: la psicopedagoga Mariana Castelví, los profesores Juan Perino, Viviana Pautasso, Mauro De Giovanni, Andrea Gerez, Juan Paya; los doctores José Ignacio Mendoza y Silvia Lira Pujado; la psicoanalista Mariela Aita; los musicoterapeutas Alfonsina Basutto y Rodrigo Baptista, Florencia Ferreyra, y las licenciadas Valeria Serra y Natalia Tesone. 

Un encuentro casual 

La coordinadora de la joven Diplomatura en Educación Musical Inclusiva tiene una formación de base como Profesora de Música, y comparte que empezó a dedicarse a la educación especial “por casualidad”, a raíz de los primeros reemplazos en escuelas rurales, en ámbitos pequeños, donde había pocos chicos. El interés fue creciendo, y también la necesidad de capacitarse mejor en lo que era la discapacidad.  

Es un ámbito que reclama una actualización constante: cambian los términos, las formas, el paradigma, las adaptaciones de instrumentos y curriculas a lo musical. “Sabía que tenía que acceder de otra manera a estas personas, desde el cuerpo y el manejo de las emociones se puede hacer un trabajo creativo mejor. Así empecé a especializarme y me empezó a fascinar. Comencé a correr el objeto, el foco, de la música a la persona que hacía esa música: ahí fue mi entrada a este mundo, cuando corrí el interés hacia la persona que hacía música, y no tanto lo que sonaba, lo que interpretaba”. 

Este creciente interés la llevó del profesorado de música, al campo de la terapia no verbal dentro de lo que es musicoterapia, para adentrarse luego propiamente en la educación inclusiva y en la discapacidad, hasta llegar a formarse en ciertas discapacidades específicas. “Es una formación continua, dentro del arte en la educación especial”, afirma. 

Por consultas sobre costos e inscripción, comunicarse vía mail a extensionffyh@ucsf.edu.ar

 


Nota publicada en El Litoral



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