En el Día Internacional de las Familias, el Dr. Cristián Conen, docente e investigador de la Universidad de La Sabana, Doctor Honoris Causa por la Universidad Católica de Santa Fe y miembro del claustro del Instituto para el Matrimonio y la Familia (IMF), comparte la importancia de educar para el amor en una sociedad cada vez más egoísta.
El Dr. Cristian Conen, es investigador y profesor de la Universidad de La Sabana (Colombia), además de Abogado (UCA), Máster Universitario en Matrimonio y Familia Y Doctor en Derecho Matrimonial por parte de la Universidad de Navarra (España), también es Mediador de la Universidad Austral argentina. Gracias a su reconocida labor y trayectoria institucional, Conen recibió su Doctorado Honoris Causa por parte de la Universidad Católica de Santa Fe.
El especialista, en reunión con el equipo del IMF, el Dr. Luis Olaguibe y la Téc. María Alejandra Dilda de Olaguibe, destacó que “la familia cumple un papel fundamental a la hora de generar el hábitat ecológico-espiritual para el ser humano, es decir, allí se responde a la pregunta más importante de nuestras vidas, la cual es ‘¿quiénes somos?’”.
“La cuestión es que muchas veces esa pregunta se responde con el “cómo somos”, entendiendo que somos seres racionales, con afectividad e inteligencia para conocer la verdad y realidad de las cosas, el bien y la belleza; que somos libres y tenemos la capacidad de autogobernarnos. Esto es correcto, pero al preguntarnos por quiénes somos debemos comprender que fundamentalmente somos amadores, con capacidad de amar y ser amados”, describe.
En referencia a un estudio realizado por Harvard, el cual registró la vida de más de siete centenares de personas, el Dr. Conen menciona que aquello que hace más feliz al ser humano es la calidad en las relacionarse con otras personas, la cual depende del amor con que se eduque.
“El ser humano necesita ser amado como se ama en familia, incondicionalmente, más allá de sus competitividades. En la familia cada uno vale por lo que es, no por lo que hace o tiene. Esta nota esencial de la función de la familia genera salud personal y social, educa para ser buenos ‘veteranos amadores’”, resaltó.
Problemáticas actuales
Actualmente la sociedad reproduce un estilo de vida donde se confunde la autoestima con el egocentrismo, priorizando las propias necesidades y deseos por sobre los demás. Los niños son cada vez más educados de forma permisiva, donde el verbo “pedir” es el que más reproducen.
“Claro que si uno no tiene autoestima puede tener incapacidad para amar, porque si considero que no soy valioso y no tengo nada para ofrecer, tampoco puedo poner límites. Jesucristo mismo declara que hay que “amar al prójimo como a uno mismo”, es decir, cultivar un amor que se abra a las necesidades de los que queremos, que se dé. Que sepa salir de las propias necesidades para amar”, destaca.
También la falta de tiempo familiar es una problemática que acontece hoy, más que nada por la cantidad dedicado al trabajo profesional y traslados. “El matrimonio, la relación con la pareja, debe ser cuidado. Tiene necesidad de tiempo, amistad y comunicación. En nuestra cultura parece que no hay tiempo, que se lo lleva lo urgente, y así todo lo que no se alimenta, se debilita”, resalta.
Educación para el amor
Como docente internacional dedicado a temas de matrimonio y familia, el Dr. Conen describe que hay que “brindar herramientas a las familias para trabajar el arraigo de hábitos saludables o virtudes. Es muy común encontrar gente brillante técnica y profesionalmente, pero inmaduros afectivamente, infantiles morales. Hay un analfabetismo amoroso. No hay una educación sistemática para ser lo que somos, no se trata de solo educar la dimensión intelectual, sino más bien potenciar la dimensión afectiva-social-espiritual, trabajando por ejemplo la generosidad, prudencia, justicia, austeridad, sobriedad, autocontrol y comprensión de la diversidad”.
Como conclusión, el Honoris Causa ha descrito antes en varias instancias de formación que es un “sueño” suyo contar con programas educativos para el amor en varias universidades y colegios.
“Hay que emplear la creatividad y utilizar lenguaje positivo. Es importante mostrar la importancia ecológica de un amor real, que potencia la salud relacional individual. Solo cuando uno está enamorado verdaderamente siente el deseo de permanencia y benevolencia para dar lo mejor de uno para el otro, para sacar la mejor versión de ambos y dar fecundidad, para recrear otra vida humana. Allí está la maravilla de un amor verdadero”, concluye.