Lo que es es y lo que no es no es

Reflexiones sobre la Posverdad y los comunicadores
Danilo Gabriel Mettini

Ante la irrupción en escena del vocablo neológico posverdad, que no figura en el Diccionario de la Real Academia Española de Letras, nos permitimos ensayar algunas reflexiones en torno a su significado y relación con las ciencias y la profesión de la comunicación.
Utilizamos el término “irrupción” porque fue de esta manera impetuosa que la palabra posverdad se instaló entre los recursos estilísticos más usados por comunicadores políticos de todo el mundo.
Cabe aclarar que lo que aceleró este proceso fue su designación como palabra del año 2016 por el diccionario Oxford. En realidad fue post-truth el término seleccionado por esta publicación que cada año revela cuál fue la palabra más utilizada en el idioma inglés.
En todo caso, hace referencia al rol de las emociones o las creencias al momento de moldear la opinión pública en detrimento de los hechos objetivos.
Es aquí que nos permitimos una primera reflexión, y es sobre el valor de la objetividad en el hecho comunicacional.
En primer lugar, queremos destacar que hablamos de hechos “comunicacionales” y no “comunicativos” porque no queremos estancarnos en una mirada unidimensional de la comunicación que sólo analice a la dimensión informativa.
En segundo lugar, entendemos que sólo desde la percepción que la modernidad le otorga al sujeto, como protagonista escindido del mundo y capaz de observarlo objetivamente, podemos pretender que los medios se alejen de una estética representacionalista.
Estamos en momentos de metamorfosis de nuestro concepto y vivencia de sujeto, nos cuestionamos sobre nuestras formas de vida, nuestros paradigmas y nuestras formas de cognición y producción.posverdad-ESCHER-ch
Tenemos que tratar de entender que no podemos referenciar un hecho o un objeto como independiente de nosotros para que nuestras afirmaciones sean válidas. Desde la opción representacionalista, toda afirmación es una petición de obediencia, en cambio, cuando la mirada nos incluye, las afirmaciones son invitaciones a experiencias participativas.
Los medios de comunicación y la sociedad se interpelan y se determinan permanentemente y, los conocimientos que los mismos construyen no pueden ser el resultado de un reflejo del mundo sino el de la creación surgida de la interacción y en sí misma una nueva invitación a la participación.
Si nos preguntamos por el origen del fenómeno de la posverdad seguramente encontraremos una basta y variada cantidad de respuestas, ¿pero cuáles de estas nos interesan desde la perspectiva de la comunicación?
Posiblemente la existencia de una zona gris de indefinición entre lo que es verdad y lo que no, entre lo engañoso y lo sincero, sea uno de los gérmenes de la manipulación estratégica, hoy posverdad, desplegada en la construcción de una base electoral.
Aristóteles esgrime una concepción de la mentira como la correspondencia de la proposición con aquello a lo que se refiere, cuando ésta no se da, la proposición es falsa, o sea es una mentira.
Por otra parte, hay quienes sostienen que la verdad es una sola y precisamente coincide con la propia y convierten a sus certezas en fronteras infranqueables para la disidencia o la existencia de otras verdades.
¿Quién puede medir la correspondencia entre lo propuesto y el hecho?, ¿quién puede determinar el fin de algunas certezas para el comienzo de otras?, ¿pueden los comunicadores o los medios ser quienes posean tan poderosas atribuciones?
Otro de los posibles fundamentos de la posverdad es la nueva ecología mediática que propone a las redes sociales como los nuevos y súper- poderosos medios de este siglo, como la existencia palpable del universo como red fluyente.
Hoy, para muchos, las redes “detentan” – y uso este término en su sentido peyorativo-, el poder para construir agenda, potestad antes exclusiva de los medios, básicamente por tres motivos: la facilidad para la publicación de noticias falsas por la debilidad de las barreras de acceso para publicar; por la complicación para detectar esas falsas noticias de parte del público y por las consecuencias de una crisis cultural de conocimiento que afecta a los comunicadores y a las instituciones en general.
En el marco de esta última causa posible del escenario ideal para la posverdad, nos parece válido citar el pensamiento de Slavoj Zizek cuando sostiene que la gente ya sabe todo y aún así cínicamente actúa como si las mentiras fuesen verdades. ¿Será la posverdad una metáfora que soslaye la estabilización y eternización de los status quo?
Finalmente proponemos pensar esta relación entre la posverdad y la comunicación ejercitando un intento de resolución de la paradoja de Epiménides como método para problematizar nuestras nociones de comunicación, de medios, de comunicación, de lo falso y de lo verdadero.

“Epiménides, el cretense, sostenía que todos los cretenses eran mentirosos”.

 

 



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