A través de un proyecto de extensión la Universidad Católica de Santa Fe busca promover, apoyar y proteger la lactancia materna dentro de la institución.
Son numerosas las organizaciones que investigan los beneficios del amamantamiento, luchan por generar conciencia y procuran hacer valer los derechos de las madres y los bebés. La más extendida, tal vez, es la WABA (World Alliance for Breastfeeding Action), conocida también como la Asociación Mundial Pro-lactancia. Desde la Universidad Católica de Santa Fe, un grupo de docentes e investigadores se propusieron abordar este tema como eje de un Proyecto de Extensión.
El equipo es dirigido por la Dra. Marisa Espinosa, ginecóloga y obstetra, docente e investigadora de la UCSF. Junto a ella, lo conforman las docentes e investigadoras, Gisela Tibalt, Sandra Maximino, Alina Berenguer, Ana Bonet, Rina Coassin y Elisabeth Vidal. El objetivo del trabajo es promover y proteger la lactancia, comenzando por el ámbito de la universidad.
A partir de lema que orientó los esfuerzos de la WABA durante el 2020, “Promover la lactancia materna para un planeta saludable”, el proyecto planteó desde un principio colaborar con esa causa, divulgando la importancia de esta alimentación natural, y del acompañamiento de las madres desde el entorno laboral.
La Dra. Espinosa explica que ya se venía trabajando en la investigación sobre los sucedáneos de la leche materna, y los efectos sobre el ambiente, la huella de carbono y la huella hídrica. Sin embargo, en la Universidad, y en concreto a partir del nuevo espacio de trabajo, “el aporte que queremos hacer es desde la ecología integral, desde la Laudato si’ del Papa Francisco. Se trata de una cuestión más relacional, de encuentro”, matiza la ginecóloga.
“Sabemos que los beneficios son innumerables”
En el sitio oficial de la Panamerican Health Organization (PAHO) advierten que invertir en la lactancia materna puede salvar vidas infantiles y mejorar la salud, el desarrollo social y económico de individuos y naciones. En este sentido, animan a crear un entorno que propicie esta alimentación, así como otras facetas de los lactantes y niños pequeños.
La especialista en ginecología y obstetricia remarca que “no solo es un alimento funcional, que va cambiando según los requerimientos del bebé a medida que crece, sino que es también un remedio personal, porque le está pasando constantemente anticuerpos. Es un entrenamiento inmunológico, porque empieza la impregnación microbiana intestinal: el intestino del bebé se impregna de bacterias buenas, que van a servir también de mecanismo de defensa para su crecimiento”.
La lactancia materna es más que alimento, tiene que ver con el desarrollo inmunológico, físico y neurológico, sin relegar el aspecto vincular, que es fundamental. “Desde la comunidad, lo que necesitamos es un acompañamiento de esa mujer, que está criando el futuro de la sociedad. Entre cualquier actividad ecológica o del planeta, ¿cuál puede ser más grande que esa?”, plantea con fuerza la Dra. Espinosa.
Crear un entorno favorable: responsabilidad de todos
“La filosofía de nuestro proyecto es que la lactancia materna es responsabilidad de todos. Cuidarla, promoverla, apoyarla, no solo es responsabilidad del binomio madre-hijo sino de toda la comunidad”, señala Espinosa. Por todo lo dicho, no sólo se trata de un tipo de alimentación sustentable, sino que tiene implicancias éticas, y requiere el compromiso de todo el entorno.
La PAHO (Panamerican Health Organization) sostiene que la protección, promoción y apoyo de la lactancia materna requieren acciones coordinadas durante los tiempos normales y quizás aún más durante las emergencias. Espinosa no duda en avalar estas declaraciones, subrayando que “si las empresas, las instituciones, no promueven espacios para una lactancia materna, es muy difícil llevarla adelante”.
“Desde la comunidad laboral se mira con recelo cuando una mujer tiene que retirarse una hora antes, o deja la sala de trabajo por media hora para poder ir a dar el pecho al bebé. Hay que pensar realmente la gran labor que está llevando a cabo esa mujer, no solo de cuidar a su hijo, sino de criar miembros de la sociedad. Nos interesa apoyar esto desde la comunidad universitaria”, destaca la docente.
Se reconoce que la lactancia materna exclusiva de seis meses puede llegar a salvar 823.000 vidas de niños. Ante este escenario, hay que pensar estrategias para proteger y mantener esta alimentación. “Una de ellas es que al volver al trabajo encontremos un lugar, un espacio destinado para darnos intimidad, no solo para amamantar, o sacarnos leche, o cambiar al bebé; sino también que sea un espacio de encuentro entre mujeres que están transitando esta etapa”.
Mejorar el propio entorno
La directora del proyecto de extensión aclara que “forma parte de una legislación el hecho de que se cuente con un espacio para la lactancia. Algunos lugares lo cumplen y otros no: en la Universidad comenzamos todas las gestiones para acondicionar primero el lugar”.
Sin embargo, quien desconoce sus derechos, no puede velar y exigir que se respeten. En este sentido, mientras se consolida la puesta en marcha del espacio, se han propuesto “impulsar la toma de conciencia sobre la importancia de este proceso, y que toda la comunidad académica pueda acompañar a las mujeres y familias que están atravesando esta etapa”.
“Están todos invitados, quienes quieran acompañarnos: es un proyecto de extensión, trabajamos sobre el territorio, y el territorio elegido es nuestra propia comunidad académica. Estamos muy interesados en que esto se pueda lograr”, concluyó esperanzada la impulsora del proyecto.
Nota publicada en El Litoral