Lic. Eduardo H. Fontenla*
Un punto común y repetido es que el desarrollo sostenible y la cooperación son compatibles, afines y se potencian cuando las organizaciones cooperativas se basan en sus principios y valores, y a su vez articulan y se comprometen con sus comunidades; tal como lo expresa el séptimo principio.
Hoy, las empresas cooperativas y mutuales han adquirido una gran relevancia en el ámbito empresarial, convirtiéndose en entidades socio-económicas de importancia, que en favor de un dinámico desarrollo local/regional articulado con el territorio que genere mayores ingresos, tienden a una equitativa distribución del ingreso y una disminución de conflictos de intereses.
Pero a veces, se suelen desconocer la historia, la capacidad y la contribución de la economía social y solidaria al desarrollo sostenible y cómo resuelven problemas con enfoque local/regional.
Por ejemplo, al interior de cada cooperativa, uno de los modelos de la economía social, los cambios y los desafíos producidos aceleradamente exigen elegir la opción correcta de desarrollo. Por un lado, pensar participativamente una renovación y reformulación de las estrategias y de los procesos de gestión y, por otro, una urgente vuelta a la esencia, valores y principios. Es decir, ofrecer futuro y repasar integralmente las lecciones de identidad e historia de cada organización de la economía social y solidaria. Esto es, aumentar la coherencia entre los lineamientos y postulados orientadores que marcan pautas y alumbran la acción y gestión.
La brújula, faro y fuente de la diferenciación con otros modelos organizacionales está en la definición, en la tabla de valores y en los siete principios cooperativos que enmarcan al sistema y han sido oficializados por la Alianza Cooperativa Internacional (ACI). Ellos son: Adhesión voluntaria y abierta; Control democrático por parte de los asociados; Participación económica de los asociados; Autonomía e independencia; Educación, capacitación e información; Cooperación entre cooperativas e interés por la comunidad.
La definición de la ACI es un atributo que aporta a la identidad: Una cooperativa es una asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada.
Para encarar las situaciones nuevas que debemos resolver de forma inteligente tenemos un mapa doctrinario vivo, solvente y validado por las respuestas concretas que históricamente el accionar de la economía social dio a distintas necesidades de las personas en diferentes lugares del mundo.
Conexión virtuosa e interactiva
Hoy tenemos un desafío y una oportunidad para mostrar el diferencial cooperativo que es conectar y comprometernos de manera vinculante con el mapa doctrinario de la economía social y la propuesta de desafíos globales dada en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU; acelerando la implementación conjunta, en razón de la ligazón valorativa y operativa que tienen entre sí, el apoyo recíproco y la re-significación que implica.
Este respaldo mutuo y alianza permitirá proyectar mejor el futuro y optimizar la orientación doctrinaria de la ES con un trabajo que sume la plataforma de los ODS mundiales integrados en la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, a la par de potenciar los objetivos que propone Naciones Unidas.
Creemos que en un mundo que se está reorganizando y tan heterogéneo, edificar complementariedades y priorizar las conexiones entre los principios y los ODS es un camino valorativo y pragmático en favor del desarrollo sostenible de las personas, de la economía social y de las comunidades.
Es decir, conjugar ambas plataformas es un plus muy favorable y no significa reemplazo. Tenemos que profundizar y darle visibilidad a lo que históricamente la economía social cumplió y cumple con varios de los ODS, que fueron fundacionales en las mutuales y cooperativas.
Todos los componentes de los ODS son fundamentales y tienen metas específicas. Todos los objetivos y metas son iguales de importante, por lo cual deben tomarse sistémicamente ya que se potencian y se refuerzan mutuamente; al igual, que se apoyan y alinean la definición, los valores y los principios cooperativos en un cuerpo de ideas y acción que expresan la identidad cooperativa.
Es decir, son indivisibles y cada uno no es un comportamiento estanco, requieren de una necesaria interacción entre sí e interdependencia para cumplir las finalidades y generar impacto. No hay supremacía de unos sobre otros.
Aunque todas las cooperativas deben ajustarse en sus prácticas estrictamente a los principios que se interrelacionan y marcan su accionar; el sistema de orientación no debe ser un maquillaje.
Queremos alertar sobre un desvío demasiado usual, como es el desconocimiento y las confusiones que genera el denominado “cooperativismo a la carta”. Se trata del que transitan algunas organizaciones que sólo eligen y aplican algunos principios convenientes y funcionales a sus objetivos; y rechazan, esconden, se alejan, o dejan de lado otros que perjudican o molestan intereses individuales.
Es erróneo seleccionar o privilegiar alguno (s) respecto de los demás, porque se desnaturalizan, se pierde impacto positivo, consistencia organizacional y se generan contradicciones. Debemos ser claros en la interpretación o saber explicativo. Todo principio es valioso en sí mismo, pero ningún principio es más importante que otro.
Por ello, la matriz organizacional de la ES y las esferas de acción de los ODS son sistémicas y pilares sólidos que ofrecen nuevas oportunidades, así como también obligaciones, y nos animan a pensar en construcciones comunes, colectivas, en clave comunitaria, distintas y de planes sostenibles en favor de las personas, de sus comunidades y del ambiente a través de la cooperación libre, voluntaria, inclusiva e inteligente.
*Licenciado en Cooperativismo y Mutualismo y licenciado en Ciencia Política y Gobierno
Instituto de Gobierno y Ciudadanía de la Universidad Católica de Santa Fe