La felicidad luego de aceptar las frustraciones

Con más de 20 años de experiencia, el psicólogo uruguayo, Alejandro de Barbieri, fue una de las grandes sorpresas del VIII Congreso Internacional de Educación organizado por la Facultad de Humanidades de la UCSF. Una propuesta que combinó reflexión, emociones y la pregunta de qué es “Educar sin culpa”, título de su libro, con miles de ejemplares vendidos.

Escuchamos decir que hoy en día los niños son más y más demandantes, pero en realidad no es un hecho del hoy, sino del fruto de que los padres satisfacen la demanda de “comprar”, “dar” y el “querer” por parte de los más pequeños. El niño trae consigo el acto de pedir, y es tarea8a072f98dd3ac03fa5d348c53c627d1f de los adultos decidir si se va a decir que si o que no. “Cuando digo que no como padre, ayudo a que mi hijo auto regule sus emociones, y este es el papel fundamental del adulto, porque ningún niño puede auto regularse solo. Los límites y el no, también son una forma de amor y la autoridad no es maltrato sino una técnica para educar”.
El libro es una invitación a salir del sentimiento de culpa cuando decimos que no a un pedido. En este sentido, pone de manifiesto la necesidad de discernir si lo que el pequeño quiere se lo podemos dar o no. Lo que ocurre, muchas veces, es que los padres acceden rápidamente al sí por el cansancio y el desgaste que llevan consigo, más que nada relacionado al mundo laboral. La realidad es que el niño no conoce de paciencia y límites sino son los adultos los que lo educan de este modo.
Se trata de incorporar habilidades sociales como la empatía, la importancia de los vínculos, el lenguaje. En este último caso, De Barbieri afirma que innovar también es hacer que los más pequeños cultiven el hábito de leer, entre otras actividades. Se trata de nutrir el alma y la dimensión espiritual de los seres humanos, lo que le da sentido a la vida. “No hay mejor tutorial de felicidad para un hijo que la felicidad de los padres. Es la cara con la que llegamos y le decimos a nuestros hijos lo bien que nos fue en el trabajo”.
Homenaje a los abuelos
El psicólogo uruguayo cita al pediatra francés Aldo Naouri, quien afirma que nuestros abuelos educaban sin culpa, porque lo hacían sin esperar ser queridos. “Esto no quiere decir que no los quisieran, pero nuestros abuelos educaban sin esta expectativa. Esta es la clave para resolver una de las dificultades de hoy en día: los padres quieren que sus hijos los quieran, entonces h2408848acen de todo para que los hijos no los dejen de querer, como por ejemplo, decir que sí a todos los pedidos, con el objetivo de que no sufran lo que uno quizás sufrió”.
Al exiliar a los niños del sufrimiento, le quitamos la posibilidad de vivenciar experiencias que los hacen crecer. En la adolescencia, este tipo de niños, pueden ser más frágiles emocionalmente, porque son los propios adultos los que los exoneran del dolor. El drama de los padres de hoy es que no pueden acompañar, porque muchas veces les duele el “posible” dolor del niño, pero antes de que les duela. “Cuando se está por caer un niño, ya le duele al padre, antes de que se caiga. Lo que tenemos que entender es que donde hay vida hay cicatrices y esto también es necesario para los niños”.

Esto se relaciona con el modelo de la psicología determinista que dejó a los padres afuera de la tarea de la educación. Así, los padres tercerizaron el rol, y dejaron la tarea de educar sólo en manos de los docentes, haciendo que los maestros se sientan desbordados ante esta actitud, ante el hecho de tener que ser padre y madre mientras dan clases. “Entonces, ¿educar es frustrar? No. Es lograr que el niño pueda incorporar las frustraciones, ya que cuando uno las incorpora, la felicidad viene como consecuencia”, finalizó el psicólogo.



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