García Pintos: “Las parejas actuales se basan mucho en la demanda y la pelea”

¿Cuál es la extraña y maravillosa naturaleza del amor en general, y del amor conyugal en particular? ¿Cómo hacer frente a los conflictos que complican y hacen perder de vista esa belleza del vínculo de amor? ¿Qué caminos seguir para recuperar “la maravilla” perdida?

García Pintos, licenciado y doctor en Psicología, ofrece algunas respuestas a estos interrogantes que abordará en el Seminario Virtual Todo por amor: Proyecto, Conflicto, Convivencia, Pandemia. Es organizado por el Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica de Santa Fe, y se desarrolla en tres encuentros: el primero fue el viernes 18, los próximos serán el 25 de junio, y el 2 de julio.

Profesor titular en la UCA y la Universidad Austral, e invitado en universidades latinoamericanas, García Pintos, es también director del Centro de Logoterapia y Análisis Existencial de la UCA (CLAE), primer centro universitario de Logoterapia del mundo, y director de la Cátedra Abierta Viktor Emil Frankl (CAVEF).

-¿Cómo se vio afectada la convivencia a partir de la coyuntura sanitaria?

A mi parecer, se vio afectada solo de manera relativa. El poeta alemán Hölderling, decía que cuando baja la marea, se ven las rocas que estaban en el fondo del mar, pero queda claro que esas rocas “siempre” estuvieron allí, el tema es que la marea alta las tapaba. No fueron creadas por la baja mar.

Del mismo modo, la ruptura abrupta y brusca de las rutinas familiares, de pareja y personales, reveló en muchos casos la carencia de recursos para sostener la estabilidad emocional en situaciones tensas de crisis.

Creo que esta pandemia, como sucede con las rocas del mar, desnudó en muchos aspectos, carencias crónicas que ya estaban allí, tanto en situaciones sociales, políticas y económicas, como familiares y vinculares.

 

-Una noticia anunciaba que en Santa Fe desde la pandemia hay 70% más de divorcios que de casamientos ¿cómo interpreta este dato?

La proporción de divorcios-casamientos en este período, debe ser considerado dentro de la irregularidad del momento.

Muchas parejas han postergado casarse sencillamente por no poder reunirse socialmente a celebrarlo con familiares y amigos, o por cuestiones administrativas para acordar turnos en el registro civil, o la celebración religiosa, incluso por cuestiones económicas de pérdida de trabajo.

De modo tal que no me parece un parámetro especialmente significativo. Lo único que me confirma es que, durante este período, fue más sencillo divorciarse que casarse. Es más fácil divorciarse on-line, que casarse desde la virtualidad.

 

-¿No diría entonces que es más arduo llevar bien la conyugalidad en estos tiempos?

En tiempos pandémicos es cierto que la cotidianeidad se ha visto complicada. Todos sentimos la carga de un “adentro” que perdió el carácter de “acogedor” y pasó a ser vivido como una cárcel. El afuera, también perdió el carácter de vitalidad, donde transcurre la vida, y pasó a ser sinónimo de muerte: salir es exponerse a morir.

En el escenario de ese afuera vedado y de ese adentro abrumador, la pareja va transcurriendo como puede. En muchos casos, también ese vínculo perdió el carácter de acogedor, y se tiñó con ese tono de prisión, generando conflictos de todo tipo.

Es como si en la pareja se hubieran volcado todas las inquietudes frustradas del afuera y del adentro, al punto de colapsarla, y comienza a sentirse como algo que me asfixia, que me quita espacio, que me genera desinterés, etc.

Sin embargo, muchas veces son asfixias o emociones derivadas de otras situaciones. No son problemas “de la pareja”, sino “problemas volcados en la pareja”, que termina siendo una especie de chivo expiatorio de un malestar mayor, distinto y ajeno a ella misma.

 

-¿Qué cree que diría Viktor Frankl a las parejas del siglo XXI que están atravesando estas dificultades?

Viktor Frankl desarrolló el “sentido del amor” como una de sus consideraciones centrales. Básicamente, les recordaría que el amor es entrega, no demanda. Las parejas actuales se basan mucho en la demanda, la amenaza, la pelea, la imposición, el sometimiento.

El amor es lo contrario, propone estabilidad, certezas, seguridades, confianza. Fundamentalmente, requiere conocimiento (no puede amarse lo que no se conoce), comprensión (no puede amarse a quien se condena y se juzga permanentemente), respeto (no puede amarse a quien no se acepta en su individualidad y singularidad) y responsabilidad (no se ama a quien se vive “demandando”, sino a quien se le responde).

La postura egocéntrica de muchas personas en situación de pareja, va en contra de todo esto. Y la cultura actual tiene este tinte, con una inmadurez más propia de la adolescencia. Desde ese lugar, no se conoce al otro, no se lo comprende, no se lo respeta y no se le da una respuesta comprometida. Es decir, no hay pareja.

Cuando las parejas juegan al “dígalo con mímica” en lugar de ponerle palabras al vínculo, cuando pasan días sin mirar a los ojos, sin intercambiar gestos de ternura e interés, cuando le quitamos prioridad en nuestro proyecto… es como pretender que la planta esté verde y con flores, sin regarla, cuidarla, sacarla al sol.

La conyugalidad es como una planta de riego diario, que necesita cuidado, atención, tiempo, interés. Si la convertimos en una planta de plástico, llega un momento que ni el plumero le pasamos y la terminamos tirando a la basura por deslucida.

No puedo afirmar qué les diría Frankl, pero creo que orientaría sobre la toma de consciencia de lo que está en juego: un vínculo de amor con posibilidad de proyecto, y los apelaría a cuidarlo. Él solía hablar en este tono: “Ahora que lo pudieron ver con claridad, comprendan que tienen por delante una nueva oportunidad. Traten de vivirla mejor de como han vivido la anterior”.

 

Seminario
Para inscripciones y más información sobre el Seminario Virtual “Todo por amor”, los interesados pueden comunicarse por mail a matyfam@ucsf.edu.ar

 

Nota publicada en El Litoral



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