El teatro vuelve a los pasillos de la Universidad

A partir del miércoles 1º de septiembre, y cada miércoles, se pondrá en marcha el taller de teatro de la UCSF que hubiera sido suspendido durante el año pasado. Es un espacio gratuito y abierto a toda la comunidad, que funcionará en el aula 1:28. Su director será José Serralunga, quien nos comparte sus proyectos y algunos secretos de este arte. 

 

-Ya habías estado antes a cargo de este espacio, ahora que lo retoman, ¿qué proyectos o ideas tenés en mente?  

Estoy a cargo del Taller desde el año 2017, lamentablemente nos vimos obligados a suspender las actividades todo el 2020 y recién podemos retomar ahora en setiembre. La idea es ir recuperando gradualmente un espacio que habíamos generado con mucha participación de los estudiantes. Comenzábamos a hacer habituales las muestras de fin de año y hasta concretamos el Primer Encuentro de Talleres de Teatro Universitarios en 2019, en el que recibimos a estudiantes de la UTN y de la UNL, cuando se produjo la interrupción de las actividades. 

  

-¿Soñás con que haya personal no docente, docente y alumnos? Si fuera válido expresarse así, ¿por qué creés que “deberían” sumarse a este espacio?  

El espacio está abierto a todos los integrantes de la comunidad UCSF, sin importar el rol que ocupan ni la edad, ya que cuanto más diverso sea el grupo, más se enriquecerá la experiencia. “Deberían sumarse” por la sencilla razón de que se trata de una actividad placentera, que te lleva por un rato a un ámbito de juego, de imaginación, y actúa como un descanso y una distracción entre las obligaciones cotidianas. Se consolida un grupo muy unido, en el que las distintas intenciones se amalgaman y se potencian. 

  

-¿Qué tipo de actividades realizan?   

Realizamos ejercicios, muy variados, en los que uno va perdiendo las inhibiciones, se lanza a jugar, se va animando a interpretar, siempre en clave de juego. Se trata de improvisaciones a partir de consignas, y en la medida en que se va avanzando, vamos señalando los aciertos y descubriendo todas las posibilidades que se abren en cada escena.  

También leemos textos teatrales y vamos conociendo el universo de lo teatral, tan íntimamente ligado a la historia de la humanidad. Esto nos habilita a disfrutar y apreciar expresiones artísticas con nuevas miradas. Cuando el grupo siente que está preparado y dispuesto, se asume el desafío de montar alguna obra para compartir con el público. 

  

-¿Qué habilidades o aptitudes se pueden forjar a través del teatro? ¿De qué modo ayuda a desarrollar la propia personalidad y las relaciones interpersonales?  

El actor, sea en clave de juego recreativo o en calidad de profesional, debe enfrentar los mismos escollos que se dan en la vida, es decir, la vinculación con uno mismo –pérdida de temores, de  prejuicios, de  inseguridades- la vinculación con los otros y la vinculación con el entorno, que incluye desde la angustia por la exposición a la mirada de otros hasta el dominio del espacio.  

En líneas generales, las actividades liberan tensiones y miedos, habilitan a una mejor expresión verbal y corporal, y sin darnos cuenta vamos potenciando las cualidades que se necesitarán en el desarrollo de una profesión y en la inserción social. 

 

-Muchas veces la gente más tímida dice que se anima a hacer teatro porque en el escenario “es otra persona” y ya no tiene la vergüenza que le acompaña en tantas otras situaciones… ¿cómo explicarías esto? 

Es sencillo, se trata de comprender el momento de la actuación como un juego, y la clave es despojarse de los conflictos y tensiones propios, para asumir los de otro, los del personaje. Entonces, por terribles que sean sus circunstancias, no nos involucran más que por el momento de la representación.  

Si bien hay diferentes tendencias respecto de esto, yo prefiero enfocarlo desde la óptica de que el actor debe parecer conmovido por la emoción, pero no necesariamente deba ser sometido por ella; de hecho, de un momento a otro debe saltar de la angustia a la euforia, porque así lo pide la obra, y eso se vuelve dificultoso cuando no se dominan las emociones.  

Es muy divertido, por ejemplo, hacer de malvado y ver la reacción del público, que acepta la convención de que estamos “mintiendo” con la finalidad de entretener. El actor disfruta de esa mentira, que parece verdadera cuando se hace bien. Y te aseguro que cuando sucede uno se siente pleno, con un placer que va desde la emoción hasta el cuerpo, como cuando comiste algo rico o jugaste al juego o al deporte que más te gusta. 

 

Si ya eras parte del taller o querés incursionar y explorar las posibilidades del teatro, sumate a estas clases, a partir del 1º de septiembre, en el aula 1:28. Por más información, revisa el calendario online de la universidad o comunicate con jserralunga@ucsf.edu.ar. 



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