En el marco del VII Congreso Internacional de Educación, la Profesora Josefina Peire disertó acerca del educar de la mano de las neurociencias y sobre qué es lo que sucede en el cerebro mientras se aprende.
En este sentido, Peire afirmó que es muy necesario que haya puentes entre las neurociencias y la educación, porque los educadores tienen mucho para decirles a los neurocientíficos, y también al revés.
Durante su exposición resaltó la relación que existe entre las emociones y la regulación emocional como conceptos esenciales para el aprendizaje. “No podemos aprender si no estamos bien emocionalmente, sino nos encontramos en un cierto nivel de bienestar. Si estamos demasiado estresados, excitados o contentos no podemos pensar”, expresó. A su vez la Profesora habló de la regulación emocional como algo íntimamente ligado la autoregulación, una actividad que se debe desarrollar en la escuela y en la que se tiene que ayudar a los niños. “Debemos ayudar a nuestros niños a autoregularse para que puedan ser más felices”.
Asimismo, la profesora en Ciencias de la Educación dijo que en nuestro cerebro, el tálamo se comporta como una estación de relevo que se encarga de redistribuir toda la información sensorial que llega a nuestro cerebro y que la amígdala es la que “decide” si un estímulo es peligroso o no. En este sentido, nuestro cerebro todo el tiempo destina energía para la supervivencia, y es lo que prioriza. Por lo tanto, si un estímulo es entendido como algo amenazante se activan los mecanismos de defensa.
Luego, Peire señaló algunos interrogantes hacia la escuela, como por ejemplo, si se está teniendo en cuenta el estado emocional de los alumnos, si se tiene en cuenta cómo llegan al aula. También se cuestionó si no debiera ser el aprendizaje de competencias socioemocionales algo central en la enseñanza, si las cosas que repercuten en la felicidad no tendrían que ser un tema transversal, pero a la vez sistemático.
Los neurocientíficos afirman que el aprendizaje es un proceso de construcción y para los educadores esto no es una novedad. Lo que planteaba la profesora es si de verdad se sabe a ciencia cierta qué es lo que esto quiere decir. La respuesta es que si a la información que le llega a uno, no se la conecta con algo propio, ya sea conocimiento previo o con una experiencia emotiva personal, luego eso no se conserva en la memoria a largo plazo. “Por eso el proceso de construcción del aprendizaje es individual y propio porque yo tengo que conectar con mis experiencias o con mis emociones”, afirmó.
Este proceso también es social ya que el cerebro está todo el tiempo ajustándose al ambiente, al otro, buscando la supervivencia. El cerebro es el mejor economista del mundo, porque va podando todo lo que no le sirve para desempeñarse bien en un determinado ambiente. En este sentido la pregunta, que planteaba la profesora es si en el colegio se da lugar a que los alumnos lleven a cabo ese proceso.
Por otra parte, la búsqueda de sentido en los niños es algo innato, pero también en cualquier persona. Se busca el sentido de un ejercicio, de la vida, de lo que hacemos, de las cosas, el sentido de cada clase. Por eso afirmó que si como docentes no se sabe responder al por qué de una actividad, se deberían preguntar si realmente vale la pena incluirlo.