Recientemente se realizó en la UCSF la Cátedra Abierta “Diálogo entre Filosofía, Psicopedagogía y Psicología a partir de la obra de Víktor Emil Frankl” (1905-1997). Con esta actividad se buscó realizar una aproximación a los fundamentos filosóficos, psicológicos y científicos de la Logoterapia y el Análisis Existencial, ya que esta teoría y práctica considera la necesidad de fundar sus propuestas psicológicas, pedagógicas y terapéuticas en una antropología filosófica integral.
“Para Frankl los conceptos filosóficos son instrumentos de la investigación científica y no pueden desligarse de la actividad terapéutica. Por ello propusimos realizar un recorrido por las nociones filosóficas que vertebran su teoría y práctica y que son fundamento del quehacer terapéutico”, explicó el Magíster en Salud Mental Martín Aloatti.
“Además, la propuesta se brindó porque estamos convencidos de que toda teoría terapéutica y pedagógica que no se asiente sobre una idea de hombre sólida y que lo defina tal cual es, puede hacer perder el rumbo y el fin de la misma, que es el de estar al servicio de la humanización”, añadió.
Esto fue lo que impulsó la puesta en diálogo de las tres disciplinas, representadas en la voz del profesor Pablo Petroni desde la Filosofía, la Lic. Susana Mertes desde la Psicopedagogía, y el Magíster Martín Alloatti desde la Psicología.
La persona y su mundo
Comenzaron por rescatar los fundamentos filosóficos, el sentido de la historia y la singularidad. Durante el siglo XX se produjo un giro antropológico introducido por la filosofía existencial, de la mano de Kierkegaard, Heidegger, Jaspers, Sartre. Por ello, durante la clase abierta se desarrolló el programa filosófico del Existencialismo o Filosofía de la existencia, abordando los conceptos de existencia, Dasein (Heidegger), finitud y Situaciones límites (Karl Jaspers).
Partieron de una definición de persona como unidad de múltiples dimensiones (bio-psico-socio-espiritual), ser único e irrepetible, llamado a la libertad y la responsabilidad, capaz de autodistanciarse, autotrascender y trascender, llamado a descubrir sentidos y realizar valores.
El concepto de Heidegger “ser-ahí” (Dasein) permitió definir al hombre como un ser situado, siendo en el mundo, siendo con los demás, arrojado a la Existencia y teniendo que vérselas con ella. Ese ser-en-el-mundo, estar-en-el-mundo, implica una realidad total, un modo de ser. El hombre es el ser que está-ahí presente, es consciente de ello, y toma una actitud respecto a ello.
La noción de ser-en-el-mundo es uno de los aportes más significativos del existencialismo para pensar a la persona. Entendiendo “mundo” como la estructura de relaciones significativas en que existe una persona y en cuya configuración toma parte (Rollo May, 1909-1994). El mundo de cada persona debe mirarse desde dentro, verse y comprenderse en lo posible desde el punto de vista del que está metido en él.
Tomar conciencia del otro
Para comprender con mayor profundidad a la persona humana, principal actor tanto en la psicología como en el proceso de enseñanza-aprendizaje, se desarrollaron conceptos como el de libertad, responsabilidad y encuentro.
Se consideró la libertad como facultad y elemento constitutivo de la existencia humana, a pesar de los evidentes condicionamientos biológicos, psicológicos o sociológicos. En este sentido, el hombre ‘no es libre’, no está libre de condicionamientos y ni si quiera está libre de algo.
Sin embargo, permanece libre ‘para algo’, libre para adoptar su propia postura frente a todos los mencionados condicionamientos. De aquí se desprende otra nota distintiva, la responsabilidad de toda persona humana, como capacidad para responder ante sí mismo, ante los demás y ante Dios.
Otro término abordado fue el de “encuentro”, retomando al autor Martin Buber (1878-1965) que, con una mirada dialógica y relacional, detalla que el encuentro implica una relación yo-tú, que se establece a nivel humano y personal, y refiere a un aquí y ahora.
Es un modo de coexistencia, que permite a los participantes trascender hacia el logos, e incluso promocionar la autotrascendencia mutua. Cuando el encuentro es genuino se llega a tomar conciencia de la cualidad humana del otro.
Aplicado a la terapia y la docencia
Poseer una idea de hombre sólida, con las notas mencionadas anteriormente, permite construir una relación terapéutica fundada en el respeto por la dignidad de la persona humana, resaltando la necesidad de la comunicación cara a cara, y partiendo de los aspectos sanos que están presentes en cada hombre a pesar de padecer una situación límite.
A su vez, esta comprensión de la persona como ser único e intransferible, ser-en-el-mundo, apunta a ponerla en el centro del proceso psicoterapéutico, como actor protagónico del proceso de cura, ya que el hombre sólo puede ser comprendido desde “adentro”, y desde allí ser aprehendido.
La propuesta dejada sobre la mesa fue construir un conocimiento auténtico del actor protagónico del proceso de cura (en psicología) y aprendizaje (en el caso de la psicopedagogía o la docencia), a los fines de construir un vínculo más auténtico con el otro, ejercitando la apertura y el diálogo, para cumplir con la tarea de orientar, guiar, acompañar y facilitar el camino a otras personas.