Desconectar para reencontrarnos. Reflexiones en tiempo de vacaciones

por Ana Luisa Natta*

En época de vacaciones solemos navegar por internet buscando algún tema que surge en el devenir de estos días de descanso, y por supuesto caemos en explorar las redes sociales. Resulta llamativo la cantidad de notas, frases o “posteos” colmados de mensajes basados en una supuesta filosofía del “pensamiento mágico de la felicidad perpetua”. En los últimos 30 años, la vertiginosidad y el avance de las nuevas tecnologías han influido fuertemente en la comunicación, dando lugar a diversos e impensados modos de establecer vínculos e impactando en la construcción de la experiencia de los sujetos.

Inmersos en la existencia de una realidad dual (real vs virtual) solemos vincularnos con dos identidades diferentes, o bien la identidad es única, más allá del contexto vincular. Hay un cambio de las relaciones cara a cara por los vínculos virtuales donde prima la importancia y necesidad de autoafirmación a partir de un “Me gusta” del otro, prescindiendo de quién sea ese otro.

En el seudomundo de las redes, las personas más que transmitir su experiencia y expectativas en términos de relacionarse, hablan de conexiones: de conectarse y estar conectado. En lugar de hablar de parejas, prefieren hablar de redes. A diferencia de las relaciones, el parentesco, la pareja o cualquier otra idea que resalta el compromiso mutuo; la red representa el descompromiso, una matriz que conecta y desconecta a la vez. En las redes, ambas actividades están habilitadas al mismo tiempo, conectarse y desconectarse son elecciones igualmente legítimas, del mismo estatus y de igual importancia. Sin embargo, a pesar de la facilidad que ofrecen -descompromiso y ruptura a voluntad-, no reducen la angustia, sino que la generan de manera diferente.

Las personas no somos el “posteo” de la red social, sino sujetos de vínculos atravesados por sucesos vitales y por crisis. El devenir de la vida nos lleva por caminos inesperados, poniéndonos en situación de aprender a tejer y ligar emociones con vivencias, donde siempre hay implicado un otro. Este es uno de los motivos por el que pensamiento mágico de la felicidad perpetua resulta contradictorio para la psiquis del ser humano, ya que crea una idea de bienestar y una actitud que es contraria a nuestra propia naturaleza, en la que conviven emociones básicas ancestrales: alegría, tristeza, miedo, sorpresa, ira, asco, desprecio, culpa y vergüenza.

Pero ¡ojo! que esto no significa que hayamos dejado de aspirar a ser felices, no podemos renunciar a buscar la satisfacción y regulación de nuestras necesidades. Ahora bien, la felicidad real tiene más que ver con estar satisfechos y en paz con nosotros mismos. Si tenemos la posibilidad de un descanso, aprovechemos a desconectar para reconectar con nosotros mismos.

Aprovechar el descanso de vacaciones

El mundo actual es muy competitivo. Tanto en la vida laboral como en la personal hay que ser productivos, eficientes, correctos, tener un alto rendimiento, cumplir con fechas límite, hacer frente a situaciones difíciles, tomar decisiones, demostrar proactividad, renovarse, actualizarse continuamente…

Por esto es importante, más allá de si podemos viajar a no, tomarnos este período de descanso para realizar actividades de recuperación, tales como la relajación, con el fin de abstraerse y descansar de los estresores de la vida habitual. Si las entendemos como recompensa por el esfuerzo realizado, las vacaciones resultan un elemento reforzador de la autoestima y el autoconcepto, además de prevenir la aparición de estrés y otras afecciones.

Se trata de un período para poder hacer actividades que nos resulten placenteras y para las que normalmente no se tiene ocasión, dejando atrás temporalmente las responsabilidades asociadas al cargo, rol o estatus personal y social; dejando atrás las redes sociales y permitiéndonos compartir con nuestros afectos tiempo de calidad.

 

Las vacaciones: una oportunidad para familias con hijos/as

Las vacaciones representan un período de tiempo ideal para reforzar la unión familiar, alejados de las presiones de cada día. Resulta interesante pensarlas como una oportunidad para crear, mejorar y afianzar los vínculos afectivos entre todos los miembros de la familia.

Los/as niños/as valoran la posibilidad de compartir vivencias en familia, en un clima distendido. Es un tiempo en el cual se favorecen y solidifican vínculos fraternos, a partir del intercambio y las experiencias en común. Para los que cumplen la función de “paternar y maternar”, es éste un tiempo privilegiado para mirar a sus hijos, descubrir y asombrarse de actitudes, gestos, logros, aprendizajes. Pueden conectarse con ellos, disfrutando de juegos, charlas.

La familia influye de manera importante en nuestra personalidad, las relaciones entre los miembros determinan valores, afectos, actitudes y modos de ser que se van asimilando desde el nacimiento. Son patrones que influyen en el sistema de creencias y conductas que muchas veces se transmiten de una generación a otra.

Sabemos lo difícil que resulta generar un ritmo más pausado, pero vale la pena intentar crear un ambiente familiar favorable, porque puede resultar una oportunidad única para padres e hijos. Con frecuencia, los/as psicólogos/as vemos cambios que se generan en los niños/as después del período de vacaciones, lo que da cuenta de la intensidad de esos momentos compartidos.

Las vacaciones son una oportunidad para desconectar, disfrutar, descansar y volver a conectar.

 


*Licenciada en Psicología. Delegada del Rector en la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de Santa Fe

 

Nota publicada en El Litoral



Home principal, A distancia, Facultades, Alumnos, Santa Fe, Rosario, Carreras de Grado, Ciencias de la Salud, Docentes, Posadas, Personal UCSF, Reconquista, Filosofía y Humanidades, Rafaela, Psicología, Gualeguaychú, Licenciatura en Ciencias de la Educación, Concordia, Sedes, Licenciatura en Psicomotricidad (CCC), Licenciatura en Filosofía, Licenciatura en Psicología, Licenciatura en Psicopedagogía