Cuando el mundo se detiene de golpe

La pandemia nos expuso ante cambios significativos en vida diaria. Aunque aún no es posible dimensionar los alcances, estamos ante una nueva forma de “hacer y de vivir”. Un aporte de la coordinadora de la Licenciatura en Terapia Ocupacional, Viviana Abba.

Con el aislamiento preventivo, social y obligatorio se cumplió el pedido de Mafalda: “Paren el mundo que me quiero bajar”. Así como se evidencian cambios importantes y significativos en la rutina diaria, personal, laboral y de la familia, posibilitando en muchos casos el “estar todos juntos”; en otros casos, acentuó la soledad. Ante esto, prontamente surgieron alternativas de acompañamiento a nivel virtual, radial, televisivo, de voluntariado y también a nivel espiritual.

Debemos tener en cuenta que la ocupación en el ser humano posibilita la organización temporal y facilita la ejecución de diferentes roles que tienen características particulares según la cultura; al tiempo que existen numerosas condiciones que se interrelacionan e influyen en el desempeño de una persona.

Ante esto, la pandemia impuso una “reorganización”, “otros tiempos” y “nuevas formas de hacer”, incluso de aquellas actividades que elegíamos realizar en otros ámbitos, como las caminatas en parques, rutinas en gimnasios o visitas a familiares o amigos, entre otras. Hoy hacemos gimnasia en un metro cuadrado, hay profesores que ofrecen su plan por videos, tenemos clases televisivas, reuniones virtuales: todos estos son ahora nuevos puntos de encuentro.

Además, despertó el humor y la picardía de muchos que nos hacen reír por las ocurrencias, la habilidad de generar videos graciosos, de relacionar acontecimientos y otros capaces de reflexiones profundas con testimonios, con aportes de poetas, artistas y músicos que escribieron y escribirán para saber que esto pasará, que nos volveremos a encontrar, que nada será igual…

Pero, también, puso en valoración y en evidencia sistemas obsoletos o poco eficientes como, por ejemplo, la realización de trámites, Esto favoreció la gestión informatizada de muchas acciones como turnos bancarios, turnos médicos, recetas médicas virtuales, tele consulta, delivery de comercios para evitar el contacto social.

Como hemos escuchado, esta pandemia “saca lo mejor y lo peor del ser humano” y trae aparejado otras situaciones, emociones fuertemente negativas, violencia intrafamiliar, femicidio, abusos de toda índole, discriminación hacia profesionales de la salud o hacia enfermos de Covid-19, individualismos y actitudes poco solidarias y ciudadanas.

Uno percibe que esto es similar a una catástrofe natural por el impacto en las personas y el cambio abrupto de la cotidianeidad y la repercusión social y económica, pero con la gran diferencia que “quedarse en casa” salva vidas, es la única vacuna de la que disponemos actualmente, controla la curva de contagio, ayuda a que no colapse el sistema sanitario e incluso haya menos contaminación ambiental. Se evidencia así la responsabilidad personal y social en la salud colectiva. Cada ciudadano con su acción es responsable de prevenir y disminuir un riesgo de contagio y proteger la vida humana.

En medio de todos estos cambios, aún cuesta vislumbrar y dimensionar lo que nos está enseñando esta nueva forma de “hacer y de vivir”, lo que nos hará valorar la familia, la comida compartida, los vecinos, los afectos, la cercanía física y afectiva, nuestros roles y ambientes de estudio/trabajo y los espacios recreativos o sociales. Si de algo debemos estar seguros, es que el virus no nos detiene ni para la solidaridad, los gestos de ayuda, de reconocimiento y de cooperación.

Generó nuevos formatos de enseñar y aprender, tanto a alumnos como docentes en el mundo de la virtualidad, nuevas formas de presencialidad, de comunicar nuestro saber y nuestro afecto, de relacionarnos con los vecinos, de levantarnos el ánimo, de redescubrir la cotidianeidad, de compartir recetas, de festejar cumpleaños virtuales, de celebrar misa y hacer oración, de estar reunidos virtualmente y hasta acompañamientos terapéuticos denominados teleasistencia.

Seguro que a muchos les pesa el quedarse en casa, pero debe alivianar este sentimiento el saber que sumamos para que otros estén mejor y con menos riesgo, que protegemos a nuestros mayores, que los profesionales de la salud y de la seguridad puedan atender a quienes los necesitan y que surgen otros actores como co-responsables de la salud con un mismo objetivo: la salud y la vida.

Que esta experiencia nos haga salir fortalecidos en la defensa de la VIDA y resilientes para situaciones futuras.

 

Por, Viviana Abba, Licenciada en Terapia Ocupacional, coordinadora de la Carrera de Licenciada en Terapia Ocupacional de la Facultad de Ciencias de la Salud – UCSF.



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