Conmemoración del Respeto por la diversidad cultural en la UCSF

Bajo la coordinación de Débora Furman, responsable del área de Bienestar Universitario, durante la mañana del 12 de octubre se realizó el acto conmemorativo en la sede Virgen de Guadalupe, frente a la librería. 

Este día se celebra en Argentina cada 12 de octubre desde 2010. La efeméride tiene como objetivo de concientizar sobre la importancia de apoyar, promover y difundir los valores y costumbres de los pueblos originarios del país.  Hasta ese año, la jornada se llamaba el Día de la Raza y conmemoraba la llegada de los colonizadores a América en 1492. Sin embargo, se modificó su nombre para atribuirle un nuevo sentido. 

La presidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Psicología, Pilar DiStefano, compartió con los asistentes un discurso conmemorando aquel 12 de octubre de 1942 en el que “desembarca un genovés en una isla aún desconocida, un misterio para todos los siglos venideros. Se viviría uno de los hechos más importantes en la historia de la humanidad: un continente parecido al mismísimo edén iba a convertirse en escenario de enfrentamientos, masacres y reculturización por parte de aquellos que se consideraban dueños del único mundo conocido hasta ese entonces. El paisaje centroamericano fue testigo de la fortaleza de su tierra, de la lucha de sus sociedades originarias y de la incansable memoria que aún hoy permanece latente en cada rincón del continente. Hoy, la diversidad cultural está más presente que nunca en los habitantes de todos los pueblos. 

Con miras en el presente, “Argentina es un país erguido sobre procesos migratorios que marcaron las generaciones venideras. Somos quienes tenemos como legado las huellas de nuestros abuelos inmigrantes, de nuestros padres, amigos, con quienes podemos celebrar y ser más conscientes de la riqueza de la diversidad. Este día de la diversidad cultural, es también día del abrazo a nuestra tierra americana y del respeto a los pueblos originarios”, concluyó DiStefano. 

Posteriormente, la secretaria de Ciencia, Técnica y Extensión de la Facultad de Filosofía y Humanidades compartió la lectura de un cuento escrito por José Ignacio Serralunga, director de los talleres de teatro de la UCSF.  El acto concluyó con la recitación de la Oración por la Paz, por parte del Vicerrector de Formación, Pbro. Carlos Scatizza, y la representante del área de Pastoral, Carina Giles. 

Dos mundos 

José Ignacio Serralunga 

José Ignacio Serralunga
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El nene miró hacia la copa del algarrobo, intentando seguir el derrotero del pajarito, que no paraba de saltar de ramita en ramita. Lo que más le llamaba la atención era la agilidad del bichito y su habilidad para romper con el pico las ramitas leñosas. Se recostó el chico en el suelo de tierra polvorienta, rala de pastos por la media sombra del árbol. Giró hacia atrás la cabeza y el sol lo encandiló con una luz blanca, que borraba las ramitas que se atrevían a cruzarse en su camino. Ese mismo día su papá le había contado cosas muy bellas. Le había contado que en un principio el cielo estaba abajo y la tierra arriba. Y que un árbol, más grande aún que aquel que ahora lo envolvía, unía los dos mundos. Y que un incendio, terrible, imposible de imaginar, le contó el papá, había transformado en polvo aquel árbol fabuloso. Le había enseñado el padre al chico que cada planta y que cada animalito tenían su propio espíritu, y que él también tenía el suyo.  

El sol rebotó de refilón en lo alto del palo, mojado por una ola un poco arisca que se animó a pasar por sobre el barco de madera, atenuó su luz en una vela de lienzo opacada por el agua salada y se estrelló en los ojos adormecidos del marinero, y lo sacó de su ensoñación. Recordaba, en el bamboleo del mar, un día de sol precioso como aquél, en su niñez, y a su madre, una vasca dura como un acantilado de piedra con la voz más tierna que él recordara, que le enseñaba aquellas frases mágicas: Dios te salve, María, llena eres de gracia… Y la voz de su madre se mezcló con un alboroto de gritos, de llantos, de risas nerviosas. Tierra, gritaban, tierra, allá, tierra. Y el marinero sintió que su mundo cambiaba en un instante. 

El pajarito voló hacia otro árbol, y el chico se distrajo por la correteada de una lagartija llena de colores que lo embrujó. El no imaginaba, no podía imaginar que desde ese momento su mundo, el mundo de sus hijos y de sus nietos, ya no iba a ser el mismo. 



Pastoral, Santa Fe, Alumnos, Cultura: Coros y Teatro, Personal UCSF, Vicerrectorado de Formación