VIALE, RUTH – Enseñar ética profesional en la carrera de licenciatura en psicología. Reflexiones en relación a la filosofía personalista

Ruth N. Viale ruthviale@hotmail.com

Universidad Católica de Santa Fe

Fecha de presentación: 25-05-19

Fecha de aceptación: 30-06-19

 

Resumen

El trabajo pretende reflexionar en torno a la práctica docente y, más precisamente, a cómo enseñar ética profesional en el contexto de la carrera de Licenciatura en Psicología, a la luz de los principios de la filosofía personalista. La tarea docente, atravesada por cambios a lo largo del tiempo, nos interpela constantemente, y entendemos que, en el espacio de aprendizaje, no buscamos solamente abordar los contenidos requeridos, sino también analizarlos, discutirlos y promover el desarrollo de un posicionamiento ético personal y profesional, lo cual adquiere especial relevancia en la cátedra de Ética y Deontología Profesional. A su vez, los principios de la filosofía personalista brindan elementos para esta reflexión, ya que se centran en la persona, atravesada por su propia historia y por su contexto social, y ante los cuales significa tan enriquecedor el intercambio, el trabajo con el otro y el afecto. Desde este punto de vista, la enseñanza de ética profesional no sólo se enriquece, sino que no puede prescindir de los aportes del pensamiento personalista, en tanto que ubica a la persona en el centro y que pondera la importancia de las relaciones interpersonales.

Palabras claves: educación  – docencia  – ética  – psicología  – personalismo

Abstract

This paper intends to reflect on teaching practices and, more precisely, on how to teach professional ethics in the context of the Bachelor’s degree in Psychology, in the light of the principles of the personalist philosophy. The teaching task, undergoing changes over time, constantly challenges us, and we understand that, within the learning space, we not only seek to address the required curriculum contents, to analyze and discuss them, and promote the development of a personal and professional ethical positioning, which acquires special relevance in the subject of Ethics and Professional Deontology.

In turn, the personalistic philosophy  principlesprovide elements for this reflection, since they focus on the person, undermined by his own personal history and his social context, and in the light of this, exchange with others,  mutual work and affection are so enriching.. From this point of view, the teaching of professional ethics is not only enriched, but it cannot do without the contributions of personalistic thinking, as it places the person at the center and gives great importance to interpersonal relationships.

Keywords: education  – teaching  – ethics –  psychology –  personalism

 

El desafío de enseñar ética profesional en la carrera Licenciatura en Psicología

El presente trabajo pretende reflexionar en torno a la práctica docente y, más precisamente, a cómo enseñar ética profesional en el contexto de la carrera de Licenciatura en Psicología, a la luz de los principios de la filosofía personalista.

La tarea docente nos interpela constantemente

y nos exige repensar nuestra práctica en el contexto universitario. Como plantea Imbernón (2000), “la Universidad ha evolucionado a lo largo del siglo XX, pero lo ha hecho sin romper las líneas directrices que se le marcaron en su nacimiento: predominantemente transmisora, seleccionadora y selectiva, individualista” (Imbernón, 2000: 2). Esta modalidad, que se encuentra instalada en los distintos niveles educativos, conlleva un desafío importante para los docentes, en el cual la creatividad y la mirada sobre la persona y su contexto se tornan fundamentales. Siguiendo a Imbernón (2000),

Para que la Universidad eduque realmente en la vida y para la vida […] debe tender (dentro y fuera, o sea en sus relaciones y en sus prácticas) a un carácter más relacional, más cultural-contextual y comunitario, en cuyo ámbito adquiere importancia la interacción entre todas las personas vinculadas […]. Esta interacción debe reflejar el dinamismo social y cultural de una institución que es la comunidad y que está al servicio de la misma. La Universidad debe dejar de ser un lugar exclusivo en el que se aprende una profesión, una carrera, un oficio, […] para asumir que es también una manifestación de vida en toda su complejidad, en toda su red de relaciones y dispositivos con una comunidad que la contiene, para mostrar un modo institucional de conocer y, por tanto, de investigar y de enseñar el mundo y todas sus manifestaciones. (p. 2)

Estas reflexiones dan sentido a la pregunta de cómo enseñar ética profesional en la carrera Licenciatura en Psicología, entendiendo que el alumnado, que ya cuenta con un recorrido de más de cuatro años en la Universidad y que ya domina gran cantidad de saberes en relación a la práctica de la Psicología, requiere, a su vez, interiorizarse en los aspectos éticos de dicha práctica.

En el plan de estudios de la carrera Licenciatura en Psicología, ubicada en el quinto año, se encuentra la asignatura Ética y Deontología Profesional, de la que tengo el gusto de formar parte como docente auxiliar. Dicha cátedra presenta como objetivo general “desarrollar un posicionamiento reflexivo, crítico y responsable en torno a la práctica profesional sustentado en un profundo conocimiento de las normas y principios éticos-deontológicos y legales que enmarcan la praxis de los psicólogos en la actualidad” (Programa de la Cátedra Ética y Deontología Profesional, 2018: 2). En este sentido, claro está que en este espacio de aprendizaje no nos interesa solamente abordar los contenidos requeridos, sino también analizarlos, discutirlos, repensarlos y promover el desarrollo de un posicionamiento personal y profesional de cada uno de los alumnos, tan próximos a convertirse en profesionales.

Desde nuestra perspectiva y experiencia como docentes, entendemos que nuestro trabajo debe volcarse a que los estudiantes puedan realizar un recorrido que favorezca el mencionado desarrollo de su posicionamiento ético-profesional, construido sobre la base de principios, valores y normas de índole ética, moral, deontológica y legal (De Lorenzo, 2018). Para ello, las herramientas pedagógicas utilizadas no tienen un sentido unidireccional, sino que se propicia un intercambio mutuo, una búsqueda activa y un enriquecimiento recíproco.

A su vez, es clave la importancia del conocimiento y análisis del contexto social, es decir, de los aspectos sociales, culturales, económicos y políticos que nos atraviesan y atraviesan a la sociedad en la que estamos insertos y en la cual los alumnos desarrollarán su profesión. En este sentido, resulta importante que las estrategias metodológicas incluyan lectura e investigación de lo que sucede fuera del aula, a la luz de los contenidos desarrollados dentro del aula, promoviendo el pensamiento crítico y la comprensión de la complejidad. Como señalan Medina Moya, Jarauta Borrasca e Imbernón Muñoz (2010):

El profesor universitario se enfrenta al reto de integrar en la enseñanza de su disciplina habilidades y competencias que van desde la resolución de problemas prácticos relacionados con la profesión, hasta el dominio de habilidades cognitivas y lingüísticas relacionadas con las estructuras propias de su disciplina. Pero además debe garantizar con su intervención una serie de aprendizajes académicos que tengan cierta repercusión en la futura práctica profesional de los estudiantes, el profesor debe incluir en la enseñanza acciones que refuercen la dimensión personal de los estudiantes, la autonomía en la gestión del aprendizaje y el desarrollo de las actitudes críticas y reflexivas ante la acelerada profusión de información y conocimiento existente en la sociedad actual. (p. 18)

De este modo, al enfrentarnos al desafío de enseñar ética profesional en la carrera Licenciatura en Psicología, primero pensamos en relación a las características de la enseñanza universitaria, a su historicidad, a su evolución, al momento histórico en el que nos ubicamos, a las características de la sociedad en la que estamos insertos y, a partir de esto, nos interpelamos como docentes y organizamos nuestra tarea.

Aportes de la filosofía personalista a la enseñanza

Cabe ahora centrarnos en el pensamiento de la filosofía personalista. Siguiendo a Reale y Antiseri (2005), el personalismo como fenómeno histórico nace en Francia con Emmanuel Mounier, a partir de la crisis de 1929, y su idea central es “la noción de persona, en su inobjetividad, inviolabilidad, libertad, creatividad y responsabilidad; se trata de una persona encarnada en un cuerpo, situada en la historia y constitutivamente comunitaria” (Reale, 2005: 639). Representantes del personalismo, como Jean Lacroix, plantean que el personalismo aspira a convertirse en sucesor de las filosofías del yo, para volverlas a sumergir en el mundo físico y social.

Volviendo la atención al proceso de enseñanza-aprendizaje, la posición que busca que los estudiantes puedan realizar un recorrido que favorezca el desarrollo de su posicionamiento ético-profesional, resulta enriquecida en función de los principios de la filosofía personalista, de la cual —según plantea Burgos (2013)— se desprende tanto la importancia decisiva que reviste la relación interpersonal en la configuración de la identidad personal, como así también, que la cualidad más elevada de la persona no es la inteligencia, sino la voluntad y el corazón, lo que implica una primacía de la acción y permite dar una relevancia filosófica al amor. En este sentido, también es relevante hacer referencia al papel de la afectividad, que, tal como se plantea desde el personalismo, se considera una dimensión central, autónoma y originaria que incluye un centro espiritual que se identifica con el corazón.

El pensamiento personalista entiende que:

la persona es imposible de objetivar; se encarna en un cuerpo y en la historia; por su propia naturaleza, es comunitaria. La experiencia personalista originaria es la experiencia del “tú” […]. El acto de amor es la certidumbre más firme del hombre, el irrefutable cogito existencial: amo, y por lo tanto el ser es y la vida merece ser vivida. (Reale y Antiseri, 2005: 646)

Por su parte, siguiendo a Böhm el autor señala que “después de que a lo largo de los siglos la educación se haya dirigido sobre todo a la mente, en los últimos tiempos, […] se está volviendo más al corazón, a la mano, al cuerpo y a los sentidos” (2009: 128).

En este punto, comprendemos que en nuestro repensar la práctica docente, los principios de la filosofía personalista brindan elementos para la reflexión, centrándonos en la persona, atravesada por su propia historia y por su contexto social, y a la luz de los cuales significa tan enriquecedor el intercambio, el trabajo con el otro y el afecto, aspecto que adquiere un papel clave.

Por otro lado, estas reflexiones también nos invitan a pensar en la importancia de la presencia de la afectividad en la relación docente-estudiante, como un facilitador de los procesos de enseñanza-aprendizaje y fundamentalmente, del desarrollo de la identidad personal y del posicionamiento ético-profesional. De este modo, siguiendo a Montejo (2014), podemos complejizar las lecturas y prácticas en educación, dado que la entendemos como algo más que un simple proceso instructivo por el que la persona adquiere determinadas habilidades que le capacitan para el desenvolvimiento de la actividad profesional. Se trata, más bien, de que cada uno sepa descubrir sus potencialidades y las desarrolle al máximo. En definitiva, esto también nos remite nuestro posicionamiento ético como docentes y a la necesidad constante de reflexionar en torno a nuestra práctica.

Tal es así que, ante todo, la educación se constituye como un proceso de humanización, es decir, un proceso de carácter progresivo tendiente a la realización plena de los alumnos. De ahí la importancia que el personalismo concede a la pedagogía adecuada para la consecución de la realización plena de la persona, una pedagogía libre de todo condicionamiento y sectarismo (Montejo, 2014).

Enseñar ética profesional a la luz de la filosofía personalista

Al abordar la temática de la ética profesional, se presentan numerosas lecturas posibles desde diversos ámbitos que, a la vez, se entrecruzan y se interpelan. Tal es así, que desde la cátedra se intenta realizar una aproximación a las diferencias de la ética con otros campos, como ser el científico, legal, moral y técnico, a través de definiciones teóricas y de trabajos grupales.

En el intercambio con los alumnos es frecuente observar que se presenta confusión entre los conceptos de lo técnico y lo ético. Como plantea Spinoso, la pregunta kantiana “¿qué debo hacer?” admite dos intenciones: una es la técnica y otra es la ética, lo cual remite a una distinción aristotélica en el terreno de la acción. Por un lado, la técnica (techné) es el saber hacer en el campo de la póiesis, la producción, el efectuar. Este saber hacer tiene su modelo en la cosa producida, se trata de hacer cosas o de efectuar efectos sobre cosas. Por su parte, la frónesis, traducida frecuentemente como prudencia o como sabiduría práctica, es el saber hacer en el campo de la praxis, el obrar, al cual pertenece la ética.

Sin dudas, sin perjuicio de esta distinción, son conceptos que se entrecruzan, especialmente teniendo en cuenta que cuando una profesión tiene por objeto personas y no cosas, su técnica necesariamente es ética. En este sentido, su verdadera comprensión implica un trabajo superador a la mera transmisión e invita a poner en juego estrategias novedosas, que movilicen no sólo el análisis, sino también el interés, la búsqueda, la interrogación, de manera de alcanzar el objetivo de, además de conocer las normas y principios éticos-deontológicos y legales, construir el propio posicionamiento ético.

Desde este punto de vista, la enseñanza de ética profesional no solo se enriquece, sino que no puede prescindir de los aportes del pensamiento personalista, en tanto que ubica a la persona en el centro y que pondera la importancia de las relaciones interpersonales. En esta profesión, donde se requiere humanidad y empatía, los principios personalistas enaltecen valores y principios indispensables para la práctica de la psicología y para el desarrollo como personas y profesionales idóneos y comprometidos.

Conclusiones

Estas aproximaciones nos interpelan a todos como miembros de la comunidad educativa, inserta en un contexto complejo y cambiante, que implica la necesidad de mantenernos actualizados, no sólo en cuanto a contenidos teóricos, sino también en relación a las estrategias metodológicas de enseñanza. La tarea docente no es estática, no es inmutable, no es aislada, sino que se encuentra atravesada por movimientos constantes, por cambios sociales, por la creciente complejidad del contexto y, a través de una práctica comprometida y responsable, es posible la adaptación a estos movimientos, sin perder los objetivos iniciales y esenciales que le dan sentido.

Como se plantea en la fundamentación de la propuesta curricular la cátedra Ética y Deontología Profesional, esta materia busca responder al “¿qué debo hacer?” kantiano en términos de una práctica comprometida y garante de ciertos principios y valores. Tal como se mencionó anteriormente, nuestra práctica no implica solamente un profundo conocimiento técnico, sino que requiere del conocimiento, comprensión, apropiación y desarrollo de los aspectos éticos.

Además, así como son fundamentales estos procesos para el desempeño profesional comprometido y responsable en los distintos ámbitos de ejercicio profesional de los psicólogos, también –y sin dudas- son extensivos a la práctica docente. No se puede pretender contribuir a la formación de profesionales idóneos y responsables con un gran compromiso con los principios éticos, si no los transmitimos a través de nuestra propia persona docente, y es allí donde se puede vislumbrar claramente la importancia de los principios personalistas, en términos del valor de la relación docente-alumno, que se gesta en el espacio educativo y que se convierte en tierra fértil para que se desarrollen los valores y principios necesarios para la práctica.

En este sentido, recuperando las palabras de Montejo (2014), la afectividad en la relación docente-estudiante resulta un facilitador de los procesos de enseñanza-aprendizaje, pero además, contribuye fuertemente al desarrollo de la identidad personal del alumno. El alumno está en el centro del proceso educativo, no es ajeno a los contenidos, a la organización, a las metodologías utilizadas, ya que todo esto tiene sentido en función de que hay una persona en el centro que las toma, las apropia, les da significado y las adopta para el ejercicio de su práctica profesional y, fundamentalmente, para el desarrollo de su posicionamiento ético personal y profesional.

Bibliografía

  • Böhm, W. (2009). Esbozos para una pedagogía personalista. Villa María, Argentina: Eduvim.
  • De Lorenzo, R. (2018). Cooperativa del saber, una alternativa en el intercambio académico. Santa Fe, Argentina: UCSF.
  • Imbernón, F. (2000). Un nuevo profesorado para una nueva universidad. Concienciencia o presión? Revista interuniversitaria de formación del profesorado (38), 37-46 .
  • Medina Moya, J. j. (2010). La enseñanza reflexiva en la educación superior. Barcelona, España: Octaedro.
  • Montejo, J. (2014). El personalismo en el pensamiento de Emmanuel Mounier. Un acercamiento a la filosofía personalista. Madrid, España: Revista Renovación. Recuperado de: http://revistarenovacion. es/Revista_Renovacion.html
  • Reale G., Y. A. (2005). Historia del pensamiento filosófico y científico, Tomo III. Barcelona, España: Herder.