Pastoral Educativa: definir y hacer camino. Aportes para la construcción de un concepto de referencia

Emiliano Fallilone
ORCID: 0000-0001-5639-3673
emiliano.filosofia@gmail.com
Universidad Católica de Santa Fe
Fecha de presentación: 30-08-2021
Fecha de aceptación: 30-03-2022


Pastoral Educativa: definir y hacer camino. Aportes para la construcción de un concepto de referencia


Resumen

En el presente artículo se realiza una aproximación a la noción de pastoral, a los fines de alertar una polisemia de sentidos y significados que atenta contra la misma dentro de las comunidades educativas-pastorales. A partir de este supuesto, intentaremos aproximarnos a la construcción de un concepto de Pastoral Educativa que se constituya como camino y posibilidad para orientar la praxis. En dicho camino, se establece una reflexión sobre la irrupción de nuevos sujetos que cuestionan la pastoral, generando la necesidad de trazar mapas pastorales para el acompañamiento. La mutabilidad y la fluidez son un rasgo característico que implica pasar de lo estático a una lógica peregrina. Ante esto nos preguntamos: ¿qué (no) decimos cuando decimos “pastoral”? Luego de proponer algunas distinciones, se propone comprender la pastoral como praxis eco-sistémica, para luego tensionar con el verbo educar. Como aporte principal de estas reflexiones, se intenta acuñar un concepto de Pastoral Educativa a modo de camino y referencia. Luego, en diálogo con el magisterio del Papa Francisco, se proponen algunos cuestionamientos y desafíos a partir del poliedro y los cuatro principios para fundar un pueblo, haciendo una analogía entre pueblo y comunidad educativa.

Palabras claves: pastoral – educación – poliedro – mapas – pueblo

Abstract

In this article, an approach to the notion of pastoral care is carried out, in order to alert a polysemy of senses and meanings that threatens it within educational-pastoral communities. From this assumption, we will try to approach the construction of a concept of Educational Pastoral that is constituted as a way and possibility to guide the praxis. In this path, a reflection is established on the irruption of new subjects who question pastoral care, generating the need to draw pastoral maps for accompaniment. Mutability and fluidity are a characteristic feature that implies moving from the static to a pilgrim logic. Given this, we ask ourselves: What do we (not) say when we say “pastoral”? After suggesting some distinctions, it is proposed to understand pastoral care as eco-systemic praxis, and then to tense with the verb educate. As the main contribution of these reflections, an attempt is made to coin the concept of Educational Pastoral as a path and reference. Then, in dialogue with the magisterium of Pope Francis, some questions and challenges are proposed based on the polyhedron and the four principles to build a people, making an analogy between people and educational community.

Keywords: pastoral – education – polyhedron – maps – people

Hilando la trama a modo de introducción

En el presente artículo queremos problematizar el concepto de pastoral, el cual se encuentra atravesado por una polisemia de significados y sentidos que muchas veces atenta contra ella. A partir de este supuesto, intentaremos aproximarnos a la construcción de un concepto de Pastoral Educativa que se constituya como camino y posibilidad para orientar la praxis.

Con ese objetivo, en el primer apartado, redescubrir el oficio de ser cartógrafos, queremos reponer la cartografía como posibilidad de construir mapas para la buena vida, que recojan el fruto de la experiencia, mediante una reconstrucción y la puesta en orden de la misma. Luego, consideramos necesario destacar la necesidad de nuevos mapas para nuevos sujetos pastorales, que cuestionan y desestabilizan los esquemas institucionales para llevar a cabo la Pastoral Educativa, caracterizándose por la fluidez y la mutabilidad, poniendo de manifiesto que será necesario aprender a bucear, por sobre la añoranza de construir sobre roca firme.

A partir de la irrupción de los nuevos sujetos, la crisis que desatan y el desafío que imponen, proponemos preguntarnos, a modo de advertencia, ¿qué (no) decimos cuando decimos “pastoral”? El deseo de aproximarnos a una respuesta desencadena en hacer algunas distinciones necesarias, como forma de alertar sobre algunas confusiones que pueden darse en la reflexión sobre la cuestión pastoral.

Como fruto de estas reflexiones, y tensionando distintos aportes, nos tomamos el atrevimiento de intentar brindar un concepto de Pastoral Educativa que se constituya como un camino posible, comprendiendo la pastoral como praxis eco-sistémica, y posteriormente tensionar la pastoral con el verbo educar, lo cual da paso a un particular aporte que queremos llevar a cabo. Sirviéndonos de la filosofía, sociología, psicología, entre otras disciplinas afines, nos aventuramos a construir una noción que pueda dar cuenta de los sentidos y desafíos que encarna la Pastoral Educativa.

Hacia el final de nuestras búsquedas recogemos el pensamiento del Papa Francisco, para dejar irrumpir algunos cuestionamientos y plantear algunos desafíos a partir de una clave poliédrica para concebir la praxis educativa pastoral y los cuatro principios constitutivos para fundar pueblo, los cuales intentamos hacer dialogar analógicamente con la noción de comunidad educativa.

Redescubrir el oficio de ser cartógrafos

Partir de las dudas que genera el trabajar sobre la Pastoral Educativa, supone correr el riesgo de tropezar con aquello que intenta exponer como problemática central. Inmediatamente alguien puede decirse a sí mismo: “¿otra vez tenemos que preguntarnos qué es pastoral?”, “¿de nuevo repetir toda la teoría?”, “¿no alcanza con leer el texto del Buen Pastor?”. La pastoral parece más compleja de lo que a simple vista se puede vislumbrar: ¿es una cuestión polisémica?, ¿qué decimos cuando decimos “pastoral”?, ¿hay tantos significados como pastoralistas?, ¿no se ha convertido en un slogan?, ¿por qué seguir insistiendo con esta cuestión?, ¿para qué trabajar sobre lo pastoral si demasiada preocupación tiene la escuela con enseñar unos contenidos.

Inmediatamente resuenan en nuestras búsquedas y reflexiones las palabras de Otto Maduro cuando refiere que todo intento de conocimiento que acontece “…ocurre, generalmente, por comparación, asociación y referencia a lo «ya sabido y conocido». Por ello, se requiere un cierto esfuerzo creador, «contra la corriente», para reconocer y apreciar lo genuinamente nuevo” (1992: 33-34). Nos resulta curioso e interesante abordar esta manera de comprender el conocimiento, porque quizás el recorrido de estas notas no tenga que ver con “aprender algo nuevo”, sino en reponer una variedad de experiencias que nos permitan trazar nuevos mapas para caminar y recorrer la pastoral, incluyendo otros puntos de vistas, asumiendo distintas coordenadas, recalculando horizontes:

Quisiera proponer la idea de que, en el fondo, todo conocimiento es un esfuerzo de reconstrucción de la experiencia, de puesta en orden de nuestra experiencia, precisamente para orientarnos en la búsqueda de la buena vida. Dicho de otro modo, las personas y comunidades humanas tendemos a reconstruir la realidad (es decir, a conocer) a fin de orientarnos en el rastreo de los caminos hacia la buena vida. Por eso me gusta la imagen de los “mapas” o “planos”: el conocimiento podría entenderse como fabricación de “mapas mentales” de la realidad, basados en la experiencia pasada (tanto personal como colectiva), para orientarnos en el presente hacia el logro futuro de la buena vida. (Maduro, 1992: 26).

La idea de reponer vivencias para construir mapas a partir de la experiencia, la posibilidad de reflexionar sobre las propias prácticas, la memoria como recopilación de la tradición (no el tradicionalismo) y el presente como desafío, permite orientar estas búsquedas, para esquivar todo intento de receta acabada, y así, dar paso a la cartografía.

Nuevos mapas para nuevos sujetos pastorales

Los jóvenes aparecen con una nueva manera de ser y estar en las comunidades educativas pastorales y en las maneras de tejer su ser creyentes1. Estos nuevos modos de ser, cuestionan y ponen en tela de juicio algunos viejos modos de hacer, de hacer ser (¿de forzar a ser?). Desde esta perspectiva, la pastoral no puede pretender establecer programas de acción homogeneizadores, sino que debe atender a la particularidad que la cuestiona. Las propuestas educativas pastorales sostenidas históricamente sufren un brusco cimbronazo, reclaman resignificación, y en muchos otros casos, un nuevo nacimiento para unos nuevos niños, adolescentes y jóvenes. Sobre estas nuevas formas de ser y estar dentro de la iglesia, de creer y sostener la fe, se generan un sinfín de comentarios y mitos desde lógicas adultocéntricas que observan en este fenómeno un problema, en lugar de un abrazar lo que se constituye, quizás, como un tiempo de kairós.

A la confesión de fe, no le sigue necesariamente la pertenencia a una institución. Los procesos personales y subjetivos entremezclan conceptos como religión, espiritualidad e institución, generando nuevas lógicas de tiempos que se mezclan y cartografías que se superponen sin afectar a los sujetos, difíciles de comprender para un mero observador externo. La coexistencia de diversas maneras de apropiarse de la fe y la subsistencia de la misma sin ser institucionalizada, es una nueva posibilidad que emerge. De esta manera nace un nuevo sujeto de la pastoral.

Asumir la irrupción de nuevos sujetos hace replantear el lugar desde donde se lleva a cabo la praxis, ya que no se puede dar desde el estatismo, sino que exige ponerse en camino.Concebir los sujetos de la praxis pastoral desde una lógica maleable y fluida que los comprenda como peregrinos, es un desafío que exige un cambio paradigmático. Se trata de pensar la posibilidad (y necesidad) de un giro copernicano dentro de lo tradicionalmente concebido como pastoral, que permita responder y estar al servicio de la vida de jóvenes peregrinos que desafían el encasillamiento y la masificación.

Quizás se trate de asumir un espacio mutante y flexible que está siendo continuamente en camino, en lugar de concebirlo como espacio que está, aquí o allá, definido y acabado. Deben irrumpir en una nueva cartografía pastoral: la fluidez de lo juvenil, la constante mutación, la voz de los educadores, entre otros emergentes, para que nuestras instituciones no terminen de agonizar:

Frente a estas mutaciones, es probable que convenga inventar novedades inimaginables, fuera de los marcos caducos que siguen formateando nuestras conductas, nuestros medios de comunicación, nuestros proyectos sumergidos en la sociedad del espectáculo. Veo que nuestras instituciones relucen con un brillo semejante al de las constelaciones que, según nos enseñan los astrónomos, ya están muertas desde hace un largo tiempo. (Serres, 2013: 32).

Desde una lógica peregrina, refundar paradigmáticamente la pastoral implica pasar de los proyectos educativos pastorales e itinerarios fríamente calculados y diseñados, insertos en un contexto estable y observable, a la construcción de mapas pastorales. Por esto, la pastoral y su “aterrizaje” a lo educativo, adquieren el carácter de mapa de navegación. Mapa que intenta recorrer las aguas turbulentas de la realidad y ser la recopilación de caminos propuestos para volver plena la vida, otorgarle un sentido para vivirla con dignidad, y para fomentar el encuentro con el Dios de la historia que hace nuevas todas las cosas (incluso la rutinaria vida).

¿Qué (no) decimos cuando decimos “pastoral”?

Una trampa que atrapa frecuentemente a las comunidades que se embarcan en pos de un proyecto pastoral es la concepción que se tiene sobre ella y una polisemia que genera un sinfín de idas y vueltas. Eso que denominamos “pastoral” es lo que todos damos por sabido, pero que nos cuesta definir cuando se nos pide cuenta de ella. Proponemos a continuación, a modo de glosario, cuatro elementos que intentamos diferenciar de la pastoral, con el desafío de seguir ampliando la lista a partir de la cotidianeidad educativa pastoral:

•EDI (ESPACIO PARA EL DESARROLLO DEL IDEARIO) O FORMACIÓN RELIGIOSA: es un espacio curricular, que tiene su carga horaria específica, su programa y sus modos de acreditación. Puede ser un espacio que aliente la pastoral, sin embargo no es la pastoral en sí misma. Es llevada a cabo por un educador formado en la materia y especialista, como cualquier otra disciplina. Es importante destacar en relación al docente, que el mismo no es secretario de pastoral, coordinador, encargado de convivencias, coordinador de campamentos, encargado de carteleras, u otras funciones que comúnmente se añaden como un plus, generando sobrecargas que atentan incluso con su quehacer específico, y en materia estrictamente legal y laboral, no son remuneradas de forma adecuada.

•ESPACIOS DE EXPLICITACIÓN EN LA FE: son momentos concretos de la vida institucional donde la fe se expresa de manera explícita. Por ejemplo una celebración eucarística, la oración al comienzo de la jornada, la misa de los primeros viernes, una bendición, algún tipo de celebración, una adoración, el rezo del rosario, entre otras. No constituye un proceso pastoral, sino que es parte de un entramado más complejo y necesario.

•ESPACIOS EXTRA-CURRICULARES: forman parte de este grupo de actividades las convivencias, los campeonatos, las campañas solidarias, viajes, campamentos, entre otros eventos que se dan por fuera de la rutina escolar. A veces caemos en la tentación de identificarlos como propuestas pastorales, y reproducen la lógica de los fuegos artificiales como puede pasar con los espacios de explicitación de la fe. No constituyen en sí mismo la pastoral, sino que en todo caso, se presentan como posibilidad de gestar “algo distinto”, por fuera de lo habitual, lo cual permite un momento creativo para abordar elementos de un proyecto pastoral.

•APOSTOLADOS: en muchas comunidades educativas pastorales se llevan a cabo algunas tareas de apostolado concretas: asistencia o colaboración con centros barriales, colaboración con la parroquia en alguna actividad concreta, campañas para colaborar con alguna necesidad, entre otras formas. Sin dudas que la dimensión apostólica es central en la praxis pastoral, pero al igual que las anteriores cosas mencionadas, no se agota en sí misma, sino que debería ser el fruto de un proceso, el fruto de una praxis pastoral comprometida, y no una acción descoordinada o meramente asistencialista.

Parecería un mero capricho lingüístico, sin embargo, la pastoral es algo que engloba todo esto y lo supera, ya que en sí misma conviven dichas actividades pero se las trasciende: la pastoral no es solo una clase, la pastoral no es solo un apostolado concreto, la pastoral no es solo un retiro o una convivencia, la pastoral no es solo un espacio concreto de explicitación de la fe. Entonces, ¿qué es la pastoral?

Pastoral Como Praxis Eco-sistémica

Desde la necesidad de un abordaje integral de la pastoral, emerge la urgencia por una praxis que articule todos estos aspectos: social, comunitario, formativo-reflexivo, orante y promotor integral de la persona. Planteamos a modo de camino, un esbozo de la pastoral como praxis eco-sistémica:

La “praxis” es la dinámica en la cual la reflexión brota de la acción y vuelve a ella enriqueciéndola para luego volver a reflexionar y así sucesivamente. Más allá de lo lógica que parezca su estructura no es tan fácil en la práctica. Se trata de una mentalidad y hasta de una mística que es necesario crear y crearnos y que nos ayuda a actuar con calma y con firmeza, nos obliga por otra parte a tener una mirada capaz de perforar la realidad y leer en los acontecimientos no solo excepcionales sino sobre todo en los cotidianos las verdades más profundas de la vida de la gente (…) los desafíos a los cuales nos enfrenta dichas verdades (…) la presencia de Dios viva y latente. (Burone, s/f: 33).

Asumir la praxis implica el desafío de articular la reflexión que brota de la acción y la resignifica. Propuesta ambiciosa, que permite responder a los signos de los tiempos y atender a los gritos de las realidades donde se encarna. A su vez, es necesario dejar que en ella intervenga la mano providente de Dios, asumiendo la dimensión del Espíritu Santo que hace nueva todas las cosas. Asimismo, este enfoque puede enriquecerse con la noción de sistema, entendiendo por el mismo, el conjunto ordenado de algunos elementos, principios, ideales, entre otras cosas que orientan la praxis en torno a un determinado fin. Basta pensar como elementos constitutivos del sistema, en el marco educativo pastoral, las orientaciones del Ministerio de Educación, el ideario, el PEI (Proyecto Educativo Institucional) y el PCI (Proyecto Curricular Institucional), las normativas vigentes, los agentes educativos pastorales, las familias, los sujetos de la educación, el equipo de gestión, animación y acompañamiento, el contexto, instituciones barriales, entre otros, que intervienen en el complejo quehacer pastoral.

Sumar a esta conceptualización la noción de eco-sistema, permite comprender la necesidad de concebir la pastoral no solo como una sucesión de prácticas y reflexiones, sino también como ambiente, como espacio, que absorbe todo lo que rodea a la praxis: medios de comunicación, realidad virtual, variables económicas y políticas, escolaridad, la calle, los problemas del barrio, entre otra cosas. Esta propuesta invita a desarrollar una mirada integral, que evita fragmentaciones, asume el contexto, tiene un fuerte carácter situado e histórico, abre las puertas al paso constante de Dios que se manifiesta en lo cotidiano, articula las subjetividades de los agentes pastorales y los sujetos de la pastoral, y orienta todo a un determinado fin: la dignidad y la promoción integral de la persona que encuentra su culmen en el abrazo salvador con el Padre. A su vez, también nos permite ampliar la mirada y “abajarnos” como nos invita Francisco (2013): “La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana (…) Los evangelizadores tienen así «olor a oveja»…” (Francisco, 2013: 24).

Tensionar la pastoral a partir del verbo educar

Luego de considerar la pastoral como praxis eco-sistémica, se vuelve necesario confrontarla y ponerla en tensión con aquello que denominamos educación. A simple vista podemos afirmar que nos topamos con la misma polisemia, o aún mayor, por lo cual proponemos seguir una definición de la reconocida educadora argentina Graciela Frigerio, para intentar conceptualizarla como verbo:

Educar es el verbo que da cuenta de la acción jurídica de inscribir al sujeto (filiación simbólica) y de la acción política de distribuir las herencias, designando al colectivo como heredero. Acción política de designación que se asegura de brindar a todos la habilitación al ingreso, la interpretación y la ampliación del arkhé común, reparto hecho al modo de un don, que no instala deuda. Esta modalidad del don, podría decirse así: educar es dar el tiempo entendiéndolo como una fuerza de permisión, de autorización (Paul Ricoeur) que a su vez da lugar al Kairós, oportunidad que hace posible, a todo sujeto, que su origen no devenga en una condena. (Frigerio, 2010: 28-29).

Tensionando elementos propios de una mirada confesional con este concepto, comprender la educación como verbo que impulsa a inscribir al sujeto dentro de un símbolo e implica la filiación del mismo, podría entenderse como la acción de la institución que recibe y hace parte del todo a un educando, un educador, una familia, entre otros agentes posibles. Se trata de pensar la educación como vehículo para el ingreso a un todo mayor, lo cual podría ser concebido como el Reino, fin último de nuestra praxis pastoral. En ese mensaje común, en el Evangelio, en la plenitud, irrumpe dicha filiación. Es acción jurídica porque se da mediado por una institución reglada.

Puede ser comprendida como acción política porque interfiere con la noción de bien común, reparto hecho don, porque no espera nada a cambio, porque no establece un sistema de deudas. En el pensamiento del filósofo francés Jean-Luc Marión, el don es un “fenómeno saturado”, es decir, algo que acontece y percibimos pero que no podemos dar cuenta de ello. Discutiendo dicha mirada, otro filósofo argelino-francés, Jacques Derrida, afirma que el don es la hospitalidad, es decir, abrir las puertas al extranjero, a la alteridad del Otro, sin pedir pasaportes ni papeles en la aduana. El “fenómeno saturado” podría ser considerado aquello que identificamos con la gracia, el testimonio, la fe, el sacramento del Otro. Desde esta lógica, optando por el planteo de Derrida irrumpen algunos cuestionamientos: ¿qué tan hospitalarias son nuestras instituciones educativas pastorales?, ¿qué papeles y documentos se exigen?, ¿nuestra pastoral es tranquera siempre abierta o es aduana?, ¿quiénes o qué elementos ofician de “aduaneros”?

Si bien el concepto permitiría seguir profundizando algunas cuestiones, a los fines prácticos de la presente reflexión, es posible ponerlo en discusión con aquello que hemos denominado como pastoral. A riesgo de caer en un reduccionismo o intentar dar cuenta de un concepto cerrado (que lejos está de serlo por su inherente carácter situado y dinámico), podemos aventurarnos a definir la Pastoral Educativa como una praxis eco-sistémica que promueve una acción jurídica (mediada por la institución escolar) y política, basada en la transmisión de un don que implica hospitalidad hacia el extranjero, hacia el Otro, y que acontece como tarea y gracia (distinguiendo aquello que nos compete, de la obra divina, pero sin prescindir de los agentes pastorales dejando todo librado “a la buena de Dios”), favoreciendo la filiación de los sujetos a un todo que es mayor y excede a las partes (el Reino es más que una mera institución).

A modo de conclusión poliédrica: claves y desafíos de la pastoral educativa

Francisco, en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, presenta cuatro principios para la constitución de un Pueblo. A partir de esto, proponemos plantear una analogía entre la comunidad educativa y el pueblo, el Pueblo de Dios. Desde allí, tomamos el desafío de fundar la Pastoral Educativa (definida anteriormente) a la luz del poliedro, los cuatro principios: 1) El tiempo es superior al espacio; 2) La unidad prevalece al conflicto; 3) La realidad es más importante que la idea; 4) El todo es superior a la parte. Consideramos que en ellos residen algunos caminos para la concreción de la propuesta, para acortar la distancia entre lo dicho y los hechos, por lo cual el cierre de nuestras reflexiones estará cargado de interrogantes.

1) El tiempo es superior al espacio

El tiempo ampliamente considerado abre un horizonte, mientras que un determinado momento expresa el límite de vivir en un espacio acotado (Cf. Francisco, 2013, 222). En palabras de Francisco (2013: 223), “Darle prioridad al tiempo es ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios. El tiempo rige los espacios, los ilumina y transforma en eslabones de una cadena en constante crecimiento, sin caminos de retorno” . Se trata de asumir el horizonte, los procesos posibles y el largo camino que se abre. Francisco no propone relegar la cuestión del espacio, pero plantea la superioridad del tiempo, lo cual podría implicar “tener los pies bien puestos en la tierra, para captar con el corazón en el cielo”, unos tiempos que no necesariamente se corresponden a los nuestros, sino que están ligados a la historia de salvación, a la gracia.

A partir de esto, podríamos dejar irrumpir algunos cuestionamientos: ¿cómo dejar acontecer los “tiempos largos de un Dios fiel” en instituciones tan atravesadas por una lógica temporal tajantemente determinada? ¿Qué implica pensar una pastoral de procesos por sobre una pastoral de eventos? ¿Respetamos los tiempos de todos? ¿Seguimos el ritmo del último o en nuestras instituciones hay muchos rezagados?

2) La unidad prevalece sobre el conflicto

El Papa advierte que:

El conflicto no puede ser ignorado o disimulado. Ha de ser asumido. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada. Cuando nos detenemos en la coyuntura conflictiva, perdemos el sentido de la unidad profunda de la realidad. (Francisco, 2013: 226).

Sin embargo, es interesante destacar que el conflicto implica un doble movimiento: 1) no lavarse las manos y 2) no quedarse encerrarse en el mismo (Francisco, 2013: 227). Por este motivo es importante desarrollar una comunión en las diferencias, que “No es apostar por un sincretismo ni por la absorción de uno en el otro, sino por la resolución en un plano superior que conserva en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna” (Francisco, 2013: 228). Este llamado a la unidad encuentra su reflejo en Cristo que ha unificado todo en sí: “cielo y tierra, tiempo y eternidad, carne y espíritu, persona y sociedad”. Ante esto, “La diversidad es bella cuando acepta entrar constantemente en un proceso de reconciliación, hasta sellar una especie de pacto cultural que haga emerger una diversidad reconciliada” (Francisco, 2013: 230).

Nos preguntamos: ¿de qué manera se resuelven los conflictos en nuestra institución educativa?, ¿aplicamos criterios pastorales para la resolución o en esos casos queda en “pausa”?, ¿reconocemos el conflicto como un elemento inherente a la comunidad educativa pastoral o nos preocupamos más por callar, esconder y aparentar?, ¿de qué manera pastoral podemos abordar los conflictos, sosteniendo la riqueza de los mismos, desde una diversidad reconciliada?, ¿la diversidad es un problema o una riqueza?

3) La realidad es más importante que la idea

Ante la tensión bipolar que existe entre el realismo y el idealismo, el Papa (2013) afirma tajantemente que la realidad se impone por sobre la idea, ya que “la realidad simplemente es, la idea se elabora” (Francisco, 2013: 231). La idea por sí misma puede generar nominalismos abstractos, totalitarismos, purismos angélicos, declaraciones vacías (Francisco, 2013: 232). Este principio nos abre al misterio de la encarnación de la Palabra, imponiendo una puesta en práctica de la misma: “No poner en práctica, no llevar a la realidad la Palabra, es edificar sobre arena, permanecer en la pura idea y degenerar en intimismos y gnosticismos que no dan fruto” (Francisco, 2013: 233).

La realidad se sobrepone al idealismo, a los prejuicios, a los sueños, a los deseos. Muchas veces no condice con lo que añoramos o esperamos, e incluso, tener los pies sobre la “tierra sagrada” del Otro puede causar dolor y frustración: ¿pisamos la tierra santa de nuestra comunidad educativa pastoral?, ¿cuáles son las heridas que se nos generan en los pies?, ¿conocemos la realidad por pisarla o por comentarios de pasillo?, ¿pisamos el patio?, ¿qué cosas de la realidad nos estamos perdiendo por quedarnos en los comentarios, burocracias o en la comodidad del “me dijeron tal cosa”?, ¿de qué manera podemos pensar una institución “en salida” hacia la realidad?, ¿qué implica?

4) El todo es superior a la parte

En palabras de Francisco (2013), podríamos pensar la pastoral en clave poliédrica por sobre la idea de una esfera: “El modelo es el poliedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad. Tanto la acción pastoral como la acción política procuran recoger en ese poliedro lo mejor de cada uno” (Francisco, 2013: 236). Para concebir la lógica del poliedro por sobre la esfera, es necesario de especial manera, profundizar este cuarto principio.

El Papa plantea la tensión entre la globalización y la localización, pone en juego el universal y lo particular. Las dos cosas unidas permiten no caer en el universalismo abstracto y globalizante que aliena, o en “ermitaños localistas” condenados a repetir siempre lo mismo, sin dar lugar a la novedad del otro (Francisco, 2013: 235). En otras palabras, “El todo es más que la parte, y también es más que la suma de ellas (…) Siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos” (Francisco, 2013: 235).

La primera consideración que podemos hacer refiere a la distinción con la noción de esfera. Frente a la objeción que se plantea a la noción de pueblo como cuestión alienante o de masificación, irrumpe la figura del poliedro, que no pretende homogeneizar la realidad, sino que asume las particularidades y el conflicto como elemento constitutivo. Nadie se queda afuera del poliedro. El consecuente “nosotros” que desencadena el poliedro, siguiendo ideas del filósofo argentino Juan Carlos Scannone (2017), no es una mera suma de “yoes”:

…no es ni un yo colectivo ni una suma de “yoes” individuales, sino que está configurado por “yo, tú, él (ella)” en sus interrelaciones éticas que los hacen formar comunidad, en la cual las personas que la conforman son irreductibles. Por lo tanto, para comprender el “nosotros” es necesario pensar las relaciones interpersonales no solo según la proposición “con” –unos con otros–, sino también según el coram (de frente a cada otro) y aun el “entre” (de lo interpersonal y, en el caso de la Iglesia, de “Jesús en medio”). (249-250)

Es interesante destacar una apreciación más que presenta Juan Carlos Scannone (2017), docente y compañero de Francisco, dentro de la congregación jesuita:

El pueblo fiel de Dios puede así perfeccionar su “rostro multiforme” no solo con las riquezas de naciones o etapas históricas diversas, sino también con las de las distintas “ciudades invisibles” en un mismo espacio sociocultural, como es el de la ciudad. El fecundo encuentro entre ellas y sus respectivos imaginarios puede ser ilustrado con la imagen del poliedro. Esta figura geométrica y la valoración de lo mejor de cada individuo dentro de ella, se aplican, entonces, tanto al pueblo de Dios pluricultural como a los pueblos en los que acontece el entrecruzamiento de culturas y a la relación entre estos, ya que siempre es posible buscar una genuina interculturalidad justa, simétrica y solidaria (…) Es el pueblo fiel, cuyo rostro cultural es multiforme en la comunión de los diferentes, porque está guiado por el Espíritu, vínculo de amor en la distinción irreductible entre el Padre y el Hijo. (Scannone, 20017: 251)

Luego de todo lo expuesto, el poliedro se presenta como clave para vivir la Pastoral Educativa en las instituciones. El poliedro nos abre al “rostro multiforme” de nuestras instituciones educativas pastorales, recogiendo la diversidad, sin pretensión de homogeneidad. Asumiendo el conflicto, pisando la realidad, pensando desde lógicas procesuales, intenta sostener un quehacer sistémico donde nadie se queda afuera. Esto será posible construir, si como hemos afirmado durante estas líneas, intentamos convertirnos en cartógrafos y artesanos de fraternidad, construyendo en lo cotidiano un mandato evangélico y un profundo deseo del Papa Francisco: ¡Fratelli Tutti!, ¡hermanos todos!, ¡nadie se salva solo!

1 Nos permitimos en diversas ocasiones seguir y profundizar algunas ideas expuestas en Fallilone, E. (2019). Bancar a los jóvenes. Clausurar trampas y habilitar oportunidades pastorales. Buenos Aires: Editorial Stella.

Referencias bibliográficas

Burone, L. (s/f). La Opción por los Pobres en la búsqueda del Reino y su Justicia. Hacia un compromiso cristiano con el proyecto histórico de Dios. Biblioteca. Servicios Koinonia. https://servicioskoinonia.org/biblioteca/bibliodatos1.html?BURONE

Fallilone, E. (2019). Bancar a los jóvenes. Clausurar trampas y habilitar oportunidades pastorales. Stella.

Francisco. (2013). Evangelii Gaudium. https://bit.ly/3Fktgva

Frigerio, G. (2010). Curioseando (saberes e ignorancias). En Frigerio, G. y Diker, G. (2010). Educar: saberes alterados.La Hendija.

Maduro, O. (1992). Mapas para la fiesta. Reflexiones latinoamericanas sobre la crisis y el conocimiento. Centro Nueva Tierra.

Scannone, J. C. (2017). La teología del pueblo. Raíces teológicas del Papa Francisco. Sal Terrae.

Serres, M. (2013). Pulgarcita. Fondo de Cultura Económica.