Teatro para distenderse y desarrollar habilidades interpersonales

El arte escénico tiene una función educativa, social y de sensibilización. Rescata la presencia real del otro, permite aprender a escuchar, a ver y a tomar conciencia de la potencialidad de la comunicación en cada momento.

A partir de la vuelta a la presencialidad, esta semana los estudiantes regresaron a las tablas y las clases de teatro en la Universidad Católica de Santa Fe, una de las actividades culturales con una rica y larga historia en la institución. El Lic. José Serralunga, dramaturgo, actor, director teatral y docente; tiene a su cargo este espacio universitario.

En ese marco, explica con qué función social surge el arte escénico y cómo se ha ido transformando a lo largo de la historia. Por otro lado, comparte las dificultades de la vir tualidad y los beneficios de esta práctica para el desarrollo personal.

-¿Cómo repercute en la vida de quien se ejercita en él? ¿Qué beneficios puede aportar en el ámbito universitario?

-Quien se introduce en el ámbito de la práctica de lo teatral, amplía su sensibilidad, comienza a enfocar con nuevos ojos la realidad, y descubre formas de expresión que desconocía, o que no había ejercitado a conciencia. Esta expresividad emana de la triple dificultad de vincularse con el medio, con los otros y consigo mismo en la escena.

Las técnicas del manejo de la voz, el dominio del tiempo y del espacio, le van suministrando herramientas de aplicación cotidiana: uno aprende a escuchar y a escucharse, a ver y a verse, y tomar conciencia de la potencialidad de la comunicación en cada momento.

Muchas veces nos encontramos con el caso del profesional que sabe mucho pero no sabe cómo transmitir sus conocimientos. Y más allá de la disponibilidad o no de recursos y herramientas pedagógicas y didácticas, la dificultad puede deberse a su falta de convicción o de confianza en su propia expresión.

Lo mismo sucede en situaciones de stress como en los exámenes o en las entrevistas de trabajo, donde toman particular importancia la seguridad y el dominio de la ansiedad que se proyecta desde el cuerpo, la voz, y la progresión de ideas. Todos estos son recursos que se optimizan en el ejercicio de la escena.

-¿Cuál es el valor del teatro para la sociedad, para el desarrollo cultural?

-Si vemos con perspectiva histórica el hecho teatral; ya los griegos comprendieron el valor didáctico de la escena. Como dice Aristóteles en su Poética, la finalidad del arte dramático es infundir temor y compasión en el espectador. En la Edad Media el catolicismo retoma la idea, y el teatro sirve para convertir a los hombres y animarlos a vivir de acuerdo a sus principios. En el Renacimiento surge el “teatro isabelino”, lo que hoy se conoce como el teatro de regulación, al servicio de los principios de la corona.

El realismo, las vanguardias y el modernismo se dieron cita luego en las bambalinas del teatro, variando las formas, pero fieles a sus principios rectores. De una u otra manera, con diferentes filtros, este arte actúa como un espejo de la realidad. Es un testigo de su época, más o menos fidedigno, una especie de recordatorio para comprender los vaivenes de los tiempos.

A su vez, el valor clásico de las grandes obras, radica justamente en que nos remiten a otras coordenadas históricas, y a otros modos de percibir la realidad, pero desde allí nos dan nueva luz para acercarnos al presente, a lo coyuntural. Eso es lo que permite interpretar hoy obras como El mercader de Venecia o Casa de muñecas con un sesgo diferente de cómo surgieron.

En tanto que puede excluir la palabra escrita, la representación escénica tiene la virtud de haber sido difundida muy ampliamente a lo largo de los siglos, mucho más que la misma literatura, que ha requerido de dispositivos como la imprenta o los medios de difusión para hacerse masivo.

-¿Cómo atravesaron este tiempo de virtualidad? ¿Se puede concebir un teatro híbrido?

-La pandemia vino a cercenar de manera muy importante el espacio de la producción artística. Algunas artes, como las musicales, hicieron punta aprovechando las tecnologías. En lo que hace a las expresiones teatrales, surgieron algunos productos raros, como escenas teatrales filmadas, o acercamientos a lo audiovisual de manera parcial.

El lenguaje audiovisual prioriza la imagen, el cambio continuo de planos, de locaciones, de tiempos, a lo que el hombre de la escena no está tan habituado. Es probable que la vuelta a los escenarios deje trunca esa experiencia de hibridación, aunque habrá quienes -seducidos por el nuevo espacio- continúen por esa senda y se acerquen más a lo audiovisual o a un género sui generis.

En cuanto a la enseñanza de lo teatral, considero lo virtual como muy limitante. En la pantalla no se perciben los medios tonos, los matices que enriquecen la comunicación, y no hay “otros” de verdad, tridimensionales y vinculados presencialmente. En su lugar hay un sucedáneo muy pobre que es la pantalla, el audio.

No en vano los teatreros piden a gritos la vuelta del “convivio”: la convivencia de la escena con la platea, la presencia del público real. Desean, como dicen todo el tiempo, poner el cuerpo, el vehículo idóneo para transmitir toda la emoción que implica el arte dramático.

Además de Teatro, la Universidad Católica de Santa Fe promueve la música a partir del Coro de niños, el Coral Sacro y el Coro Universitario. Otras actividades deportivas y de pastoral se ofrecen a la comunidad universitaria, junto a múltiples ofertas de capacitación abiertas a la sociedad.



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