El impacto de la pandemia en nuestra vida emocional

Por Dr. H. Fabian Castriota*
Colaboración Lic. Jesica Suárez Losavio**

 

La pandemia ha exacerbado las afectaciones en salud mental. Nadie fue preparado para una cuarentena tan prolongada. En un contexto de incertidumbre se hace difícil procesar la realidad y menos aún prever el futuro. Esto genera fatiga mental: pérdida de energía, desmotivación y apatía. Todos hemos sido afectados por la ruptura de la continuidad habitual. Nos fuimos adaptando a los nuevos escenarios, pero afectó la estabilidad emocional, además del desgaste cognitivo que implicaron las adecuaciones a la nueva realidad. Los alumnos que no pudieron socializar en la escuela, los niños que se vieron imposibilitados de acceder a algún tipo de aprendizaje, las familias que no pudieron verse o muchos ciclos de la vida que no lograron cerrarse bien, proyectos que no pudieron concretarse, entre otras cuestiones relevantes que el lector podría agregar al listado.

La interrupción de procesos significativos en la vida de las personas impactó en su estado anímico. Factores de personalidad, de sensibilidad, de afrontamiento, entre otros, inciden en la forma en la cual cada uno ha podido, en el mejor de los casos, elaborar estas transformaciones. El marco social y económico profundizó el deterioro en la calidad de vida general, que sumado al avance del COVID-19, resulta un contexto amenazador y más aún en sectores vulnerables. Esto significó mayor irritabilidad en los vínculos psicosociales que se reflejó en la exacerbación de episodios de violencia social. La autoestima guarda relación con nuestra capacidad de amar y de trabajar, pero en las condiciones actuales se vieron limitadas ambas posibilidades. Dado que la calidad de vida depende en gran parte del contacto social, todas las medidas que impliquen aislamiento constituyen factores de riesgo para la salud mental.

Respecto al personal sanitario afectado a la atención del COVID- 19, cabe mencionar un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association (Lai, Ma, Wang, Cai, Hu, et al., 2020). Basado en las respuestas de 1.257 trabajadores que atienden a pacientes con COVID en 34 hospitales en China, se encontró que han experimentado síntomas de depresión un 50%, ansiedad un 45%, insomnio un 34% y angustia un 71.5%.

Las consecuencias de la cuarentena son de amplio espectro, profundas y es probable que sus efectos sean duraderos. Un estudio de INECO (Instituto de Neurología Cognitiva) demostró que los más jóvenes, las mujeres y las familias con menores ingresos fueron los más afectados. El estudio muestra también que los factores más importantes relacionados con depresión y ansiedad fueron los sentimientos de soledad, el estrés diario y los pensamientos negativos repetitivos. Las investigaciones publicadas en la revista científica The Lancet, identificaron efectos psicológicos negativos: estrés postraumático, ansiedad, depresión, agotamiento, insomnio, estigma, frustración, desapego, ira, entre otros. El Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Universidad de Buenos Aires realizó una investigación cuya evidencia empírica al 30/07/2020, muestra un incremento de casos en riesgo de padecer trastorno psicológico, proporcional a la ampliación de la cuarentena. Se observó un aumento de la consulta psicológica, de la automedicación y la conversación con confidentes amigos. El 75% de los participantes de la investigación experimentaron malestar psicológico pasados los 115-124 días de cuarentena obligatoria. El 80% de los participantes del estudio informaron que su vida sexual empeoró. Las alteraciones del sueño fueron un malestar permanente durante toda la cuarentena y el 54% de la muestra reportó consumir alcohol pasados los 115/124 días de cuarentena.

Con respecto a la ciudad de Santa Fe, se valora el trabajo exploratorio realizado por la Cátedra de Psicología Preventiva (***) con el fin de conocer las modificaciones en las prácticas de salud mental en la capital santafesina durante la pandemia. Entre otros aportes valiosos se indagó, teniendo en cuenta las medidas establecidas por el gobierno, qué posición o estatus se le dio a la salud mental durante la pandemia, según el criterio de los profesionales del área. La mayoría consideró que se le otorgó un lugar secundario, pero encuadra en que la misma se encuentra relegada desde hace tiempo. En el trabajo destacan la importancia del acompañamiento en el sufrimiento psíquico durante toda esta etapa, pero resaltan también la necesidad que constituya una prioridad en el sistema de salud pública, la prevención en salud mental.

Recomendaciones para transitar este momento de la cuarentena

Se trata de una serie de sugerencias, mencionadas por orden alfabético, para preservar la salud emocional. Al final se hará una reflexión sobre todo lo expuesto.

Información. Para preservar la salud psicológica conviene limitar las noticias relacionadas con el COVID-19 a fuentes confiables, sean nacionales o extranjeras. Elegir momentos determinados del día, evitar que sean antes de dormir y no exponerse demasiado a las noticias. Un factor negativo lo constituye la confusión sobre lo que está sucediendo. Se recomienda equilibrar el tiempo dedicado a las noticias y/o a las redes sociales, con actividades bien distintas, como leer, hacer un juego, un pasatiempo, realizar gimnasia, mirar una película, caminar, escuchar música o aprender algo nuevo.

Intervenciones. Coincidimos con el aporte de la Asociación Argentina de Ciencias del Comportamiento (AAAC) en que la intervención en crisis psicológica debe ser parte de la respuesta de salud pública al brote de COVID-19, organizada por el mecanismo conjunto de prevención a nivel nacional, provincial y municipal; y estas intervenciones deben diferenciarse por grupos específicos, desde pacientes confirmados, personas enfermas que se niegan a buscar atención, trabajadores de la salud, personal de servicios esenciales, adultos mayores, población de riesgo y población general. La fuerza laboral de intervención debe comprender equipos de alcance psicológico dirigidos por profesionales de la salud mental (psiquiatras, psicólogos, entre otros) y equipos de línea directa de apoyo psicológico, especializados en primeros auxilios psicológicos. Deben existir estrategias concretas para cada grupo.

Personal sanitario. En el artículo antes mencionado, Journal of the American Medical Association (Lai, Ma, Wang, Cai, Hu, et al., 2020), se sugiere que para promover el bienestar mental de médicos, enfermeros y el resto de los trabajadores de primera línea, expuestos al COVID-19, deben implementarse intervenciones especiales de contención y apoyo de inmediato. Se debe contemplar el estado emocional de las familias del personal sanitario, que también sufrieron el estrés de estar acompañando a quien estuvo o se encuentra aún en la primera línea de atención.

Situación de riesgo. Si se encuentra en un estado de sufrimiento psicológico (angustia, pánico, pensamientos negativos, o si se experimentan síntomas de estrés agudo) busque la ayuda de un profesional en salud mental. Si tiene obra social consulte inmediatamente y sino conviene averiguar dónde puede llamar, consultar o atenderse de manera gratuita. Se sugiere siempre ser atendidos por personal de salud mental, matriculados y si es posible que sean especialistas en primeros auxilios psicológicos, ya que están preparados para dar apoyo inmediato o implementar estrategias de contención en situaciones de emergencia.

Rutinas. Concordamos con la Asociación Psicológica Americana (APA, 2020) que mantener una rutina diaria puede ayudar, tanto a adultos como a niños, a preservar el sentido del orden y propósito en sus vidas, a pesar de la falta de familiaridad con el aislamiento y la cuarentena. Se sugiere incluir actividades diarias regulares, como trabajo, ejercicio, juegos, pasatiempos o aprendizajes diversos, incluso cuando deban ejecutarse en forma remota.

Vínculos. Es prioritario estar conectado con “otros”. Las relaciones humanas forman parte de la vida afectiva de una persona. El vínculo con otros enriquece, se traten de relaciones por temas puntuales o vínculos más profundos (pareja, amistades, familia). Si no es posible de manera presencial se sugiere hacerlo vía telefónica o utilizando otro dispositivo tecnológico. Lograr espacios de diálogo contribuye a regular la ansiedad. Se debe estimular el diálogo con los niños y adolescentes, con la familia, con la pareja y con las personas mayores.

 

Reflexión Final

Como reflexión final cabe cuestionarnos el lugar que ocupa la salud mental en el colectivo social. Es difícil entender cómo la atención psicológica no fue declarada esencial desde el inicio de la cuarentena. Los costos del daño emocional son difíciles de calcular, pero es probable que si las personas mejoran su vida emocional, su sistema inmunológico se vea fortalecido. La salud mental debe tener un espacio importante en las discusiones de políticas públicas y en el diseño de programas destinados a mitigar las consecuencias psicológicas de todo lo relacionado a la pandemia. La educación en general y en salud mental en particular, es una deuda impostergable de nuestra sociedad. Comprender las formas efectivas y personalizadas de abordaje a la problemática de salud mental, es de suma importancia para evitar y/o atenuar el daño psicológico sufrido. Sería valiosa la prestación pública de primeros auxilios psicológicos, al que todo ciudadano pueda acceder en caso que sea necesario.

 

*Decano de la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de Santa Fe

**Psicoterapeuta y Docente de la Carrera de Psicología de la UCSF

(***) Proyecto de Extensión de Cátedra: Psicología Preventiva de la Licenciatura en Psicología de la Universidad Católica de Santa Fe. Docentes: Macarena Palacin y Jesica Suárez Losavio. Alumnos extensionistas: M.C. Arguello, M. Basaldella, J. Carnero De Napoli; L. Cavallasca, M. Gauchat; R. Gutiérrez; A. Herrero, A. Iglesia, C. Johnston, P. Pussetto, F. Sasia, P. Scatolaro, T. Silva, M.L. Sobrero, R. Stegmayer, F. Usinger, X. Visentin y M. Vittore.



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