La celebración del 60 Aniversario de nuestra UCSF es una oportunidad para recordar que la simiente de esta obra educativa, la encontramos en aquella ya lejana pero vigente aspiración y visión por parte de profesionales y académicos católicos argentinos de aportar a la comunidad en un ámbito educativo universitario.
Esto explica por qué, a pesar del enorme esfuerzo que demanda este emprendimiento, casi simultáneamente a la nuestra, surgen otras instituciones como la Universidad Católica de Córdoba y la Pontificia Universidad Católica Argentina, ni bien la legislación argentina faculta a las instituciones de educación superior privadas a otorgar títulos profesionales habilitantes.
Este es el primer paso constitutivo del proyecto educativo; el segundo viene unos años después con el inicio del Concilio Vaticino II que aporta elementos sustanciales a estas iniciativas cuando, en 1965, promulga la Declaración sobre la educación cristiana Gravissimum Educationis.
Este documento da precisión a la finalidad de las Universidades Católicas al establecer que las mismas están ordenadas a hacer pública, continua y universal la presencia del pensamiento cristiano en el empeño de promover la cultura superior y formar personas insignes por el saber, capaces de asumir funciones comprometidas en la sociedad y ser testigos de la fe en el mundo.
Animado por este espíritu se consolida a inicios de los años setenta, un Modelo Educativo que procura orientarse hacia el cumplimiento de los propósitos enunciados; el mismo está ideado e impulsado por el Padre Ernesto Leyendecker y ordena la vida académica de nuestra universidad durante casi tres décadas.
Esta estructura académica común a todas las carreras de la Universidad – organizada en tres ciclos sucesivos –tiene un carácter claramente interdisciplinario en procura de lograr la formación de universitarios con una mirada amplia y capaces de asumir los complejos desafíos que ya por entonces se instaban en el contexto socio-cultural de la época.
La Constitución Apostólica sobre Universidades Católicas, Ex Corde Ecclesiae, promulgada por San Juan Pablo II en 1990, reafirma los propósitos expuestos a la vez que nos impulsa a profundizar la búsqueda de una formación personal, integral e interdisciplinaria de los alumnos.
Esta mirada retrospectiva para mirar lo andado nos anima y fortalece de cara al futuro en la continuidad de esta obra siempre nueva.
Por esto, examinando lo que estamos haciendo a la luz del llamado de la Iglesia y del mundo al que pertenecemos, descubrimos la oportunidad de producir nuevas mejoras y en esto trabajamos.
En este contexto, a los trayectos transversales – ya tradicionales en el ámbito de nuestra Universidad – que incluyen la formación Filosófica y Teológica de todos los alumnos, evaluamos conveniente agregar otros espacios formativos de integración.
Por este motivo creamos recientemente una nueva estructura cuya finalidad es fortalecer los ejes formativos universitarios comunes a las diversas disciplinas.
Así, por ejemplo, se procura ordenar e incrementar las actividades y prácticas orientadas a atender las necesidades de los sectores más necesitados y vulnerables de la sociedad mediante la asistencia directa, diversificada en programas que genera la propia institución o mediante convenios con otras instituciones destinadas al bien público.
Del mismo modo, abordar los desafíos que nos presenta la sustentabilidad del planeta y el bienestar de los seres que lo habitamos desde las diversas miradas propias de cada disciplina.
“Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos.” Nos advierte el Papa Francisco, “pero estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud” (Francisco, 2015).
En consecuencia, estos espacios curriculares buscan construir liderazgos que marquen caminos atendiendo a las necesidades de las actuales generaciones y de las futuras. (Francisco, 2015).
Así como nos ocupamos de establecer condiciones adecuadas para que nuestros alumnos puedan acceder al mundo del conocimiento, del bien y de la verdad, también resulta muy enriquecedor que puedan asomarse al mundo de la belleza.
No es menor para una adecuada formación integral de la persona, “prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista. Cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso” (Francisco, 2015).
Aspiramos a que nuestros alumnos tengan la posibilidad de iniciarse en el conocimiento de lo bello mediante la práctica de aquellas expresiones que le son propias y la diversidad de lenguajes, es decir, la pintura, la música, el canto, la danza, el teatro, entre otras como así también mediante la adquisición y el perfeccionamiento de distintos idiomas.
Este proyecto educativo que se ofrece a la comunidad y que describimos aquí sucintamente, verifica su razón de ser y su identidad en el modo fecundo en que el espacio académico permanece y crece en nuestra sociedad desde hace sesenta años.
Mgter. Arq. Ricardo Mario Rocchetti
Rector UCSF